Gracias Consuelo

libardo Vargas Celemin

Conocí a Consuelo Cendales hace varios años, cuando atendía un pequeño espacio en el Teatro Tolima, dedicado a la venta de obras de autores regionales. Siempre teníamos el mismo tema de conversación: los libros. En esa época, ella hacía ingentes esfuerzos para que la librería del Instituto Tolimense de Cultura no la acabaran, porque era el único espacio donde se podían conseguir los textos escritos por personas nacidas en el departamento.

Sin embargo, los administradores de la “cultura” en esa época, al igual que sucede ahora, no tenían otra mirada para ver la importancia de una librería, sino por los excedentes económicos que reportaban, porque siempre se tasan los aportes a la sociedad, no en términos de desarrollo intelectual, sino en los réditos económicos que proporcionan.

La librería se cerró ante el silencio cómplice de la comunidad ibaguereña. Consuelo, me parece, trabajó algún tiempo en la Alcaldía, en el área de la cultura, pero parece que también debió partir de allí y no tuve noticias de ella por algún tiempo, salvo por unos dos o tres encuentros esporádicos en los que atropelladamente me habló de algunos de sus proyectos y me invitó a participar.

La volví encontrar este último domingo, pero en las páginas de Facetas donde le dieron despliegue al trabajo que adelanta en la vereda “El Gallo” del Cañón del Combeima, donde ha logrado posicionar una Biblioteca campesina, al servicio de la comunidad del sector.

Las fotos de la sonrisa de los niños, los curiosos anaqueles llenos de libros, los datos sobre el número de usuarios que tiene el proyecto y los visitantes, sobre todo extranjeros, me llenó de entusiasmo y de alegría.

En el Tolima, que yo sepa, no existen proyectos de este tipo, ni menos líderes culturales del temple de Consuelo Cendales, la aguerrida líder y amante de los libros, que nos enseña en la práctica un trabajo digno de apoyar, de mostrar, de sentirnos orgullosos de una mujer como ella, que encara “el no futuro” de nuestros niños, con propuestas de una fe muy grande en el valor de la lectura como un camino para crear seres autónomos y críticos, que logren construir un país distinto.

El ejemplo de esta biblioteca me reitera que, cuando los niños y los adultos tienen la posibilidad de leer, no para dar informes o escribir textos sobre su contenido, sino para disfrutar de las historias y desentrañar el mundo, no se necesitan salas sofisticadas, sino espacios donde la naturaleza cómplice coadyuve a expandir la visión de mundo que se amplía con cada párrafo leído.

Gracias Consuelo por enseñarnos que los sueños se materializan en el trabajo diario de ver sonreír un niño, con un libro entre sus manos.

lcelemin2@gmail.com

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