Obsolescencia programada

Parece un rótulo inofensivo, igual podríamos llamarlo crimen premeditado. Es una práctica perversa que existe hace más de un siglo en los procesos de fabricación de bienes durables y semidurables que consiste, simplemente, en que en lugar de manufacturar un producto para que dure 20 años -pudiendo hacerlo así-, diseñan, programan y manipulan la calidad de sus mecanismos o componentes para darle una vida útil de tan sólo tres años, para que usted repita con frecuencia la compra y deseche lo ‘viejo’.

Qué impulsa a fabricantes a este inicuo comportamiento: el lucro. Una avaricia sideral que esquilma los bolsillos de los compradores, que también le hacen el juego al consumismo, con un desprecio total por el medio ambiente que, por donde se mire, está lleno de basura difícilmente biodegradable, vergonzoso legado para los que vienen.

¿Al llevar al concesionario para un cambio de aceite a su cuidado automóvil con cuarenta mil kilómetros de recorrido, el mecánico le dice con estudiada cara de preocupación que debe cambiar la correa de transmisión por que si ésta se rompe podría ocasionarle millonarios daños? Por cierto: ¿Desde cuándo cambiaron las fiables cadenas metálicas de transmisión que normalmente no necesitan sustitución durante la vida del vehículo, por las desechables correas de costo elevado que deben reemplazarse varias veces?

¿Lo irritaron en una empresa de celulares al averiguar por la batería para el teléfono que compró hace tres años y el ‘asesor’, mirando burlón su aparato como si fuera un fósil de trilobites, le recomendó comprar un equipo de última generación ‘porque de esas pilas no hay’?

¿Reemplazó un electrodoméstico de su hogar que algo servía después de 27 años de uso y el técnico instalador le confesó: ‘No espere que éste nuevo le dure tanto; máximo, tres años’? Bueno, usted, como todos, es víctima de la Obsolescencia Programada por un capitalismo sin responsabilidad social.

Las abuelas tenían razón: las cosas duraban “toda la vida”. Se heredaban sirviendo. Ya no. El cerebro de los jóvenes está siendo moldeado por una malintencionada publicidad que les inculca que lo que es durable no está de moda. Siempre hay algo nuevo, desechable e innecesario que comprar. Y, dicen los que saben, el 75 por ciento de los productos y materiales que usa un consumidor se convierten en basura a las seis semanas.

Por eso los países industrializados ya no saben cómo deshacerse de sus desechos y los ‘donan’ o se deshacen de ellos en países tercermundistas creando tóxicos cementerios de chatarra de todo tipo; inclusive, y parece un chiste cruel, se habla de una filantropía cínica que regala basura electrónica, dizque para cerrar la brecha tecnológica entre países pobres y ricos. ¡Qué tal!

A esta generación no le permitirán usar los bombillos que duran doscientos años, ni las cuchillas de afeitar que no pierden el filo, que ya se inventaron.

Al final, lo único que si va a durar toda la vida, son las deudas contraídas para comprar tanta cosa sofisticada, innecesaria y contaminante.

Credito
POLIDORO VILLA HERNANDEZ

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