Futuro americano: ¿Todos pobres?

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Innegable que la irreflexiva y sabrosa gimnasia del “creced y multiplicaos” y la embaucadora promesa de que “los pobres tienen ganado el cielo”, son factores que estimulan históricamente el crecimiento de una población marginal que languidece en el maléfico carrusel: penurias, carencias, ignorancia, falta de oportunidades… y más pobreza, fermento de descomposición social y caldera a reventar de conflictos.

Y lo alarmante, hay pobres que lo toman como profesión. En una brigada de salud, la sicóloga preguntó a una belicosa madre cabeza de hogar, con cinco hijos y otro en camino, el porqué no paraba ya. La prolífica reaccionó alterada: “Cuando los pobres somos muchos nos ponen cuidado y hasta miedo nos tienen”.

La desigualdad estimula la aparición de ególatras con ínfulas de libertadores que pauperizan estados prósperos, crean regímenes totalitarios, sacrifican generaciones en sus experimentos ideológicos, terminan repartiendo raciones y carestía, y multiplicando los pobres que pretendían redimir. Cuba, que en 1958 competía en desarrollo con Chile, Uruguay y Argentina, tuvo una oportunidad de oro con su revolución para sacudirse del yugo hegemónico que la asfixiaba y volverse ejemplo continental de justicia social y bienestar individual. Pero el proceso que debía ser gradual, con sutileza e inteligencia de estadistas, lo truncó la arrogancia del conquistador que creó más pobreza. Positivo del ‘modelo cubano’ la cobertura de educación y salud.

Pero, cuando una médica especializada –me consta- pregunta a una turista desconocida: “¿le sobra un par de interiores que me regale?”; ó la decaída maraquera de la orquesta cuenta que tiene dos títulos universitarios en ingeniería, pero no tiene trabajo, estos también son pobres ilustrados de la ‘revolución’.

Los gobernantes de Venezuela, rico país pobre, con su populismo ilusionista y sus volatines ideológicos socialistas, propician cada día más miseria con la corrupción y el despilfarro de los recursos, el regalo de la riqueza nacional, y hasta hambre, porqué ¡oh paradoja! ni teniendo dinero hay productos para comprar. Que yo sepa, Carlitos Marx, Engels y Lenin, ideólogos del tema, vivieron cómodos y bien alimentados hasta su final.

Y de arriba a abajo en el continente, en los países que se alinean con estas causas políticas más por oportunismo que por convicción, es ruin el retórico populismo, los subsidios politiqueros que benefician más a ricos que a desposeídos, la administración con corrupción, el incremento del trabajo informal, la aparición de villas miseria y más pobres que los que ya había.

Las “revoluciones” tropicales desconciertan, cambian un sometimiento por otro. Para abjurar del “imperialismo yanqui”, lo primero que hacen es renovar los innecesarios y carísimos juguetes del arsenal que compra al “imperialismo ruso”: aviones modernos, tanques, barcos de guerra, submarinos. Así, la oposición queda amedrentada y la indigencia ciudadana bien protegida.

Fabricar pobres es fácil y tiene aparentes gangas: estómagos menos exigentes, resignados, mano de obra barata, menos contaminación ambiental, creen en Dios y, al final, con la generalización del mínimo estipendio, todos vuelan directamente al cielo. Las desventajas: son una bomba de tiempo.

Credito
POLIDORO VILLA HERNANDEZ

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