¡Otro recién nacido!

Polidoro Villa Hernández

Ojalá en este diciembre muchos hogares de los estratos Uno al Tres continúen la milenaria tradición de armar un pesebre y colocar al Niño Dios de arcilla “sobre un montón de pobres y humildes pajas” a la medianoche del 24. Así tendrán los pobres papás a quién culpar por los exiguos regalos que aparezcan bajo las almohadas. En los otros estratos, incluido el 10 -que son los ‘cacaos’ y los de las megapensiones-, hace tiempo adoptaron el desabrido árbol sintético gringo, sobrecargado de baratijas y bombillitos contaminantes, frondoso estorbo que todos ven pero nadie mira.

El Niño Dios decembrino tiene privilegios: ‘Viene con el pan debajo del brazo’, no suma en las cifras demográficas y no paga IVA. Pero quienes no la van a tener fácil para criarse y conseguir empleo en el futuro son los 133 millones de niños que nacerán en 2015 (2,38 nacimientos por cada muerte), en un planeta donde el término ‘crisis’ -grave en el presente y agudizada hacia el futuro-, es tan común como la palabra ‘mamá’: crisis social, económica, del agua, energética, alimentaria, y en Colombia, además, ética y moral. En un mundo sobrepoblado y robotizado, los asalariados del mañana van a necesitar un posdoctorado para vender minutos en la calle.

Mal hizo la gente en seguir al pie de la letra la incitación a crecer y multiplicarse de profetas miopes que no adivinaron las consecuencias del arrebato del homo sapiens -poco de sapiens- para reproducirse sin medida. Los resultados: exceso de mano de obra barata, degradación del planeta y expansión de la pobreza, y todo culpando a la cigüeña de París. Porque los potentados bajan los bebés por Internet.

Cuando por TV el Instituto de Bienestar Familiar nos dice que tiene bajo su protección 64 mil niños, niñas y adolescentes, y muestra bebés afligidos con el aviso de ‘Padre no registra’, como si hubieran nacido por partenogénesis; cuando en las catástrofes los damnificados, en medio de una pobreza que duele declaran tener cinco, seis, y hasta 10 hijos; cuando un adulto regresa del exterior a buscar a sus padres biológicos que lo “regalaron” bebé ante la imposibilidad de criarlo; cuando es frecuente que madres abandonen su hijo en un hospital o en la calle en una bolsa negra, concluimos que muchos padres ven los hijos como una molestia y les forjan un futuro indigente.

Toda natividad debe producir alegría, y toda sociedad debería educar e inducir a los adultos a traer al mundo los hijos que estén en capacidad de levantar con dignidad y protección integral, para evitar que luego de manera irresponsable se los endilguen al Estado, o se conviertan en delincuentes.

La Unicef afirma que “2014 ha sido un año devastador para millones de niños” porque los derechos de millones de menores han sido brutalmente violados. Ojalá el Niño Dios salga indemne de esta demencia global y los niños que vienen en camino, también.

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