Agua bendita agua

Polidoro Villa Hernández

Hace siglos la sabiduría enseña que la genuina felicidad se deriva de los elementos que más abundan en el planeta: agua, aire, sol. Y si le agregamos la risa, muy barata también, la dura cotidianidad puede tornarse llevadera. Pero, generaciones huérfanas de auténticos guías espirituales, escogimos el tortuoso camino de buscar la dicha a través de acumular en exceso dinero y objetos, ansiar estatus social, y perseguir la ilusoria fama, logros que –lo vemos a diario- poco aportan a la paz interior de quienes los alcanzan.

Se celebra hoy, por vigésima tercera vez, el Día Mundial del Agua, fecha que es casi alegórica, porque como dice algún estribillo ambiental: “El agua se agota, gota a gota”. Es triste oír lo que cuentan los abuelos a sus nietos: ‘Yo, de niño, me bañaba en esa quebrada”; ‘cuando joven, pescaba en ese rio; ‘de esa acequia llevábamos el agua para la comida’. Hoy, todo puede ser tóxico: agua y peces.

Manantiales y corrientes de agua limpia, plenas de animales y de vida, dejaron de ser fuente de regocijo, de esparcimiento, para convertirse en cloacas repugnantes. Alguna comunidad rural que luchaba por mantener limpias sus aguas, recibió un reproche: ‘Si insisten en cuidar tanto su quebrada, nunca van a progresar’. ¿Progresar?

Hay mucha agua en el planeta tierra, pero la potable es escasa: El 97.5% es agua salada de mar; el 2.5% es agua dulce. De ésta, 69.7% está congelada en los glaciares, que hoy se derriten por el calentamiento global; 30% son aguas subterráneas, en peligro por la técnica del ‘fracking’ o fractura hidráulica, que contamina los acuíferos al inyectarse grandes cantidades de agua con químicos para que suba petróleo o gas; y el 0.3% está en ríos y lagos, muchos, recipientes de aguas negras. Y la población crece.

Aunque al nacer nuestro cuerpo es 75% agua y 66% de adultos, poco amor le tenemos al líquido que es la esencia misma de los seres vivos del planeta. La actividad minera, industrial, agrícola, comercial, destruye los páramos, deforesta las cuencas, malgasta y ensucia el agua, como si este maravilloso elemento fuera inagotable. Deberíamos venerarla, como lo hacían nuestros aborígenes.

Escasea, pero: se usan seis mil litros de agua para producir un barril de cerveza; 500 para producir un huevo de gallina; siete mil para refinar un barril de petróleo; 180 para producir un litro de bebida gaseosa; 26 mil litros para producir la comida que consume una familia en un día.

En el 2050, empobrecidos por la sociedad de consumo y la irresponsabilidad en el manejo del agua, nuestros descendientes tendrán que recurrir a la ‘Danza de la lluvia’ de algunas tribus. Si esta surte efecto, cuando caigan las primeras gotas habrá que decirle a los niños que entren rápido a casa, pues cada gota puede contener: ácido cianhídrico, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, metales pesados, agrotóxicos. ¡Mortales!

Comentarios