Nebuloso porvenir

Polidoro Villa Hernández

La literatura urbana quizá desaprovecha el rico acervo de vivencias de los informados taxistas, que en su diario trajín charlan con clientes de todo los estratos y pelambres, y por ello siempre predicen -antes que fatuas firmas encuestadoras- quién ganará unos comicios. Además, se percatan de lo divino y humano de la ciudad. Aunque en temas políticos locales, son recelosos. Hace unos años se les preguntaba: ¿Cómo ven la gestión del alcalde? Respondían lacónicos: “¿Cuál alcalde?”. Y entraban en hermético silencio. Valga decir que hoy hablan bien del actual.

Esta semana, uno de ellos confesó francote a su pasajera: “Yo, jamás he regalado mi voto para presidente, pero si ponen a Timochenko, yo voto por él, a ver si esto mejora…”. Si todo el gremio piensa como éste conductor, el ‘camarada Timo’ convoca muchos seguidores. Qué tanta razón tiene ‘Iván Márquez’ cuando afirmó: “Si la gente no nos quisiera, si no nos amara, las Farc no habrían resistido todo este tiempo”. ¿Alarde o certeza? Es para meditarlo.

Este anhelado proceso de paz -que avanza arduo- muestra que los líderes guerrilleros no son rústicos, ni incultos; no manejan el discurso populista, anacrónico, del politiquero tradicional que tanto daño hace al país, se asesoran bien y tienen metas claras. Y aunque no se olvidará fácilmente los estragos que su accionar causó a través de los años a la sociedad colombiana, es obvio que tienen seguidores porque han sido la única imagen de autoridad en regiones, llenas de menesterosos, olvidadas por el Estado.

No es ciencia infusa el saber que los pobres abundan. Lo indican las estadísticas, que sirven hasta para decir la verdad. Se palpa en la calle al ver a los verdaderos dueños del país -niños indígenas- implorando limosna; a ancianos cuidando carros por unas monedas; en el subempleo de profesionales; el incremento de la ocupación informal en los semáforos donde seis chocolatinas son empresa; al crecimiento de tugurios en las ciudades, que son el reflejo del fracaso de una sociedad mal liderada.

La pobreza prolifera. En una brigada de salud en un barrio marginal, una psicóloga preguntó a una líder natural, ya madura, con seis hijos y uno en camino, por qué multiplicaba su familia viviendo en esas precarias condiciones. La respuesta fue casi un manifiesto revolucionario: “Es que los pobres tenemos que ser más, para que nos oigan.”

Como escribiera Fidel Castro a Chávez, dándole cartilla perversa para atornillar su gobierno totalitario: “El pueblo del poder está muy cerca, los pobres son mayoría y tienen poca memoria, inyéctales desesperanza y acusa al pasado, a la democracia, de todos los males...”.

Llegan las elecciones con su feria de votos, y el menú de candidatos saldrá de conciliábulos convocados por grupos que, desde siempre, se reparten la torta de la riqueza nacional. Si continuamos así, el ‘Camarada Timo’, en franca lid, podría constituirse en la única esperanza para tantos desesperados. No propiciemos una situación como la de Venezuela. Por supervivencia, identifiquemos desde ya candidatos probos para votar por ellos. 

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