Vuelve y juega

Polidoro Villa Hernández

En las larguísimas y tediosas filas que ahora son comunes hasta para pagar los préstamos ‘Gota a Gota’ -exceso de gente fruto del bizarro aporte a la explosión demográfica de nuestra tribu de valientes pijaos, hoy resignados a su incierto destino-, se oye el reiterado interrogante: ¿Por quién voto? Tras la concurrida primera vuelta que otorgó sufragios a todos los aspirantes, ahora, que sólo quedan dos, la gente tiene la actitud de ‘estar colgando de la brocha’.

Aunque el 27 de mayo muchos criticaron el ‘exceso de candidatos’, tantos, que un agricultor de Rovira -a quién en su tiempo le escamotearon un crédito de Agro Ingreso Seguro para poner riego en su finca- opinó con sorna: “Son demasiados, y tan malitos, que estoy seguro que si se cocinan todos no sale un cubo de caldo Maggi…” Exagerado, él.

Ante la disyuntiva del 17 de junio, emergen viejos resquemores; duelos no cumplidos. Se queja un mesero: “El padrino del candidato nos recortó horas extras y festivos dizque para crear empleo. Nos empobreció.” Lacrima otra: “A un primo, ese grupo lo reclutó a la brava en Cali y jamás volvimos a saber de él.” Solo alusiones, pero se hace evidente que en estas votaciones los electores indagan sobre la vida de los postulantes, todos bajo sospecha, analizan sus promesas, e intuyen los peligros de alguna malévola agenda oculta que tengan. Madurez tardía pero saludable del voto reflexivo que evite equivocarse ¡otra vez!

La prolífica literatura nacional reveló al mundo nuestras desdichas: conflictos, masacres, narcotráfico, y sobre esos temas proliferan películas, telenovelas, cómic, etc., pero no ha explotado el rico filón del destructivo acontecer político nacional, cuyos superegos y facetas harían palidecer al mismo teatro griego: farsas, deslealtades, mezquindades y traiciones; matices genocidas; tragicomedia; pantomima, melodrama; teatro del absurdo, y profusión de títeres y marionetas que actúan por migajas de poder.

Como siempre, recibimos las dosis de discursos que nos aseguran que el futuro está adelante y se multiplicó el transformismo político que sin vergüenza, usan muchos ‘dirigentes’. Luego de la primera vuelta, fue aflictivo percibir que no hay ideología, convicción o principio que no permita girar 180 grados para gravitar sumisos en torno al poder que llega y además, comprobar que aún se proponen ‘opciones progresistas’ dando volteretas ‘revolucionarias’ de 360 grados.

A pocos hipnotizan ya las fementidas ofertas de millones de soluciones de vivienda y, en cambio, cuando el país envejece, si aterroriza la anunciada urgencia de modificar edades y condiciones de una pensión que cuando se reciba solo servirá para celebrar el novenario del ‘jubilado’ con tamal y algo de champeta.

Votar a conciencia es respetable, pero, como antaño exclamaban en concilio familiar las abuelas al seleccionar marido para la nieta casadera entre dos galanes sinvergüenzas que la pretendían: “Que entre el diablo y escoja”.

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