Autosuicidio

Polidoro Villa Hernández

Lo siguiente pudo ser el cierre de un diálogo en uno de esos melodramáticos culebrones mejicanos, historias de amor y de dolor, zalameras y lacrimógenas, que arrancan hondos suspiros y encharcan los ojos de féminas adictas al género: “Se mata lo que más se quiere…”. Pero, igual, con el raudo aumento de la corrupción, la pérdida de principios éticos y morales, el desmedido apetito de poder de muchos dirigentes que ven en los bienes del Estado un botín, y la inacción ciudadana-, la frase es aplicable a lo que hacemos a esta patria rica llena de gente buena.

‘Todos contra Colombia’, pareciera ser lema y escenario para aniquilarla: un viciado sistema político con partidos ‘tradicionales’ decadentes y sombría historia de desprestigio, que con la maquiavélica consigna de “divide y vencerás” durante décadas propiciaron enfrentamientos fratricidas entre quienes tenía la obligación de unir; procesos electorales manipulados por politiqueros perversos que hacen creer a los pobres que los ayudan económicamente cuando les compran el voto.

Candidatos para todo elegidos a dedo en conciliábulos, que luego presentan a los electores a través de maquinarias electorales y marketing populista para que -candidato propuesto, candidato elegido- los legitimen con su voto, así otorguen avales a crónicos depredadores del erario; entronización de caudillos y dirigentes arrogantes y mesiánicos que colonizan y se eternizan en cargos e instituciones para utilizar el poder en su beneficio y el de sus válidos.

Codiciosos feudos dónde una entidad estatal “pertenece a un político” que la explota a su capricho con fines clientelistas, torciendo su objetivo social, minando su credibilidad, y dilapidando su presupuesto; rencores políticos que tienden a querer refundar el país cada cuatro años, olvidando que lo racional es la continuidad: construir sobre lo construido

Otro cáncer social que socava gobernabilidad y estabilidad, es el silencio cómplice y complaciente de dirigentes que ven a sus pares utilizar el nepotismo, la información privilegiada, el tráfico de influencias, la extorsión, los carruseles de la contratación, la compraventa de decisiones judiciales, todo con fines de lucro personal, cuyo efecto demostrativo significa más delincuencia en la sociedad por el mal ejemplo de los ‘próceres’.

Los lexicógrafos tendrán que reconsiderar la redundancia implícita en la palabra ‘autosuicidio’, revelada por el nocivo Nicolás Maduro, para incorporarla al diccionario. Podría aceptarse cuando son los mismos líderes de un país los que llevan al abismo a ellos y a su pueblo, engatusándolo con ideologías que vuelven estériles espíritus y naciones.

Difícil encontrar líderes que impulsen el cambio y eviten que estalle la ira social de manera incontrolable, cuando la clase política no quiere reformarse. Martin Luther King soñaba: “Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia. Que no estén enamorados de la publicidad si no de la humanidad.”

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