El mal es impredecible, la cizaña nunca falta

Jairo Yate Ramírez

“(...) El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. (...)”, Mateo 13, 24-30.  

El Hijo de Dios instaura el reino de su padre celestial. Ese reino es fruto de la predicación de su Palabra, su autor es la Palabra que se encarnó y se identificó con el género humano, para explicar sus planes de salvación. Él instaura su reino para que todos los que creamos en su Palabra podamos vivir con todas las garantías que ofrece el reino, y a la vez superar las dificultades en el camino del mismo reino.

No es suficiente por comenzar a caminar en ese reino, o sentir gusto por el reino, o creer que ya estamos identificados plenamente con ese reino. Hay que saber sortear la suerte, y contar con las dificultades que se puedan presentar. Afianzar la vida en el reino es escuchar con mucha atención al Maestro del reino, es cultivar permanentemente las virtudes en el reino, es estar muy atento, es no dejarse confundir fácilmente, es partir siempre de la Palabra y retornar a ella. Lo advierte la misma Escritura: “ciertamente los hijos de este mundo son más astutos, que los hijos de la luz” (Lucas 16,8).

El reino hay que entenderlo como el nuevo sistema de vida propuesto por Dios. Allí se destacan el amor, la caridad, la misericordia, la justicia, la verdad, la tolerancia, la fraternidad y la paz. Las cosas funcionan bien, hasta cuando aparece el mal como algo impredecible; la cizaña nunca falta, los amigos del desorden siempre están presentes, el pecado abunda, pero nuestra respuesta debe ser la abundancia de la gracia.

No hay que desesperarse, no hay que confundir, no hay que dejarse seducir, hay que aprender a tomar decisiones delante de Dios, no hay que permitir a la cizaña que termine con lo poco sembrado que hayamos podido obtener, hay que seguir la línea del Evangelio: Preocúpate mucho por crecer en gracia y en virtud, después tendrás tiempo para cortar con inteligencia y sensatez los males que quieren herir tu corazón.

Alguien dijo: “El mal es un incómodo e inevitable compañero de camino. Experimentamos el mal dentro de nosotros: el mal se expresa en los celos, en la envidia, en la crítica destructora.

Experimentamos el mal dentro de nuestras familias: hermanos que se pelean por una herencia, no importa que se trate de una gran fortuna o de unos muebles viejos. Experimentamos el mal dentro de la vida económica y política: funcionarios que desvían los dineros de la institución hacia sus bolsillos particulares. Experimentamos el mal en las relaciones internacionales: reglas de juego injustas en el comercio internacional, imperio de la fuerza sobre el derecho”.

Cuida tu salud: La paciencia y el tiempo definen muchas cosas. Al pecado no se le debe dar tolerancia.

Arquidiócesis de Ibagué

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