Te reconcilias y aprendes a ser un buen cristiano

Jairo Yate Ramírez

°°° Dirigió Dios su palabra a Juan, hijo de Zacarías en el desierto. Recorrió entonces toda la región que está a lado y lado del Jordán llamando a todos a convertirse y a bautizarse para obtener el perdón de los pecados, según está escrito en el libro del profeta Isaías.” °°° Lucas 3, 1-6. La Palabra de Dios es la fuente principal para adentrarnos en el Misterio de Dios; el punto de reflexión para edificar nuestra personalidad; el medio por el cual navegan nuestros sentimientos, nuestros afectos, nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestro caminar. No podemos defraudar a Dios después de haber escuchado su Palabra, no podemos continuar en el mismo camino del desorden moral: la mentira, la crítica destructiva, la mundanidad espiritual, el estar comparándonos con los demás, el creer que estamos bien, porque no somos tan malos como los demás. El hijo de Zacarías, la voz que grita en el desierto, propone el reto para todos aquellos que deseen alcanzar el Reino prometido por Jesús de Nazareth: “Preparen el camino del Señor, ábranle vías rectas. Toda hondonada debe rellenarse” °°° (Lucas 3, 4-5).

El bautista es el personaje para este domingo, es la figura del adviento, aparece como el último profeta del Antiguo Testamento. Es el ejemplo de la penitencia, de la oración, del sacrificio, el humilde, el prudente, Aquel que presenta al Nazareno, como el cordero que quita el pecado del mundo. Aprendemos de Juan, lo que mucho se le valora y aprecia a un ser humano: La coherencia entre lo que dice y lo que hace. El Papa Francisco era muy enfático en su homilía advirtiendo una tarea de reconciliación y conversión: “¿Construyes tu vida sobre la roca de Dios, o sobre la arena de la mundanidad, el orgullo y la vanidad? °°° el Santo Padre, piensa que el decir es un modo de creer, pero muy superficial °°°

La propuesta de Jesucristo es concreta: “Conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Marcos 1,15). Nuestra conversión debe llevar a un cambio de conducta y de corazón. (Cfr. Isaías 1,10-19). La conversión debe ser fruto del Espíritu de Dios. (Cfr. Lucas 3, 16-17). Hay que comenzar a vivir desde la fe: convertirse al pensamiento y al sentir de Dios. El salmo 15 de la Escritura, es la presentación de una persona plenamente convertida: “¿quién habitará en tu monte santo? El de conducta íntegra, que actúa con rectitud, que es sincero cuando piensa y no calumnia con su lengua; que no daña a conocidos, ni agravia a su vecino” °°° Cuida tu salud: Te reconcilias y aprendes a ser un buen cristiano.

Arquidiócesis de Ibagué

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