El bautizado debe ser ejemplo de vida cristiana

Jairo Yate Ramírez

°°° “«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». °°° Lucas 3, 15-16.21-22. El bautismo es el sacramento y el acto cariñoso por el cual Dios nos convierte en hijos suyos, para amarnos y cuidarnos como Padre amoroso hasta llevarnos al cielo. Comenzamos una vida nueva bajo la gracia del Espíritu Santo. Lo primero que debemos reconocer es que el bautismo es un sacramento, está a la base de los sacramentos que el Hijo de Dios propone para la llevar una vida excelentemente cristiana. El mismo Concilio Vaticano II recuerda que los sacramentos están ordenados, para la santidad de vida de cada persona. La razón es porque suponen la fe, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de acciones.

Lo segundo; los sacramentos están instituidos por Jesucristo y son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Lo sacramentos dan nacimiento, curación y misión a la vida de Fe de los cristianos. Cada uno de ellos está contenidos en la Sagrada Escritura. El agua es fuente de la vida y de la fecundidad (Génesis 1,2).

Es la comunión con la muerte de Cristo. Jesucristo comienza su vida pública después de hacerse bautizar por Juan el Bautista en el río Jordán (Mateo 3,13); Jesucristo se sometió al bautismo para cumplir toda justicia (Mateo 3,15). En la Pascua, Cristo abrió las fuentes del bautismo (Marcos 10,38).

Lo tercero; Nuestra Iglesia católica, administra el sacramento del Bautismo: Por ejemplo, San Pedro declara a la multitud “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2, 38). El bautismo aparece siempre ligado a la Fe: “Ten Fe en el Señor Jesús y te salvarás” (Hechos 16, 31-33). Los bautizados son revestidos de Cristo (Gálatas 3, 27) por el Espíritu Santo. El bautismo se hace necesario para la misma salvación: “El que no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3, 5).

Quienes hemos sido bautizados, quedamos comprometidos a llevar una vida santa, agradable a Dios, útil para una sociedad, buen ejemplo para los demás, modelo de una persona virtuosa. San Juan Pablo II, afirmaba que la vocación a la santidad hunde sus raíces en el bautismo °°° es un elemento constitutivo de la dignidad de cada persona. (Christifideles laici, 16). San Pablo reitera a cada uno de nosotros a que vivamos como conviene a los santos. (cf. Efesios 5,3).

Cuida tu salud: Todo bautizado debe vivir de acuerdo a su dignidad.

Arquidiócesis de Ibagué

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