Aprendamos a pensar y a vivir como hijos de Dios

Jairo Yate Ramírez

°°° «Jesucristo les respondió: «Sin duda me aplicarán aquel dicho: ‘Médico, cúrate a ti mismo’ y me dirán: Haz también aquí en tu patria todo lo que hemos oído decir que hiciste en Cafarnaúm.» Y añadió: «Yo les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su patria” °°° Lucas 4, 21-30. La experiencia demuestra que hombres y mujeres, no nos hemos podido acostumbrar a vivir según las reglas del Evangelio: un Dios cercano nos parece extraño, un Dios hombre, es imposible para muchos; un Dios que perdona pecados, es una blasfemia; un Dios que resucita muertos, no lo puedo creer; un Dios hijo de un carpintero, de una mujer humilde y pobre, no puede ser cierto que hable con tanta sabiduría; que deje atónitos a los doctores de la ley, que sea tan diferente a nosotros, eso es muy extraño.

¿Por qué no cambiar nuestra mentalidad? ¿Por qué no renovar nuestro espíritu? ¿Por qué, muchos siguen pensando en un Dios tan lejano, tan terrible, tan justiciero, tan misterioso, demasiado metafísico, inalcanzable. Démosle la oportunidad a Dios que sea Dios en medio de nosotros, no juguemos a ser dioses, desechemos la idea de ser jueces ante Dios, la opción es que aprendamos a pensar como hijos de Dios, como quien respeta, admira y toma tan en serio las enseñanzas de su Padre. El Hijo de Dios pide caridad, el Maestro pide cordura, la humanidad le responde con violencia: “Lo llevaron a un peñasco en la montaña donde está construida la población, con intención de despeñarlo”. Cristo no es un hombre violento, no tiene una mente belicosa; es un hombre recto, su principio es la caridad: “Él se abrió paso entre ellos y se alejó”.

La caridad, la justicia y la misericordia, son los criterios del Salvador del mundo. Si ese es el querer y el actuar de Dios, ¿por qué? °°° Nos cuesta perdonar; la prudencia no es nuestra arma de defensa; violamos fácilmente los derechos de los demás; perdemos la noción del otro, cuando queremos defender la nuestra. El Papa Francisco pide a los que somos creyentes, limar las asperezas causadas por el orgullo, la soberbia (Ángelus 9 diciembre 2018). San Pablo propone la caridad, expresada en el amor. El amor, definido como la gracia suprema de hacer siempre el bien. No existe la posibilidad de amar, mientras no se tenga la razón de hacer el bien. Dice la Escritura: El amor es paciente, bondadoso, no rencoroso, no hipócrita, no busca el interés. Se goza con la verdad. (cf. 1 Corintios 13, 4-13). Cuida tu salud: Quien aprende a pensar según la mente de Dios, no excluye a los demás, no utiliza a los demás, no discrimina a los demás.

Arquidiócesis de Ibagué.

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