El amor identifica a una persona de fe

Jairo Yate Ramírez

« °°° «Hijitos, voy a estar poco tiempo con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, amaos vosotros mutuamente. La señal por la que todos reconocerán que sois discípulos míos, será el amor que tengáis unos por otros.» °°° Juan 13, 31-33ª. 34-35.

Una misión embarga una cantidad de experiencias de diversos tonos: ratos desagradables, decepciones con las personas, temores que aparecen. También muchos momentos buenos. El Hijo de Dios prefiere cimentar la misión en el amor, sobre una base sólida y renovadora: Es sólida porque el amor no admite ambigüedades. 

Es renovadora, porque la antigua tradición se contentaba con expresar el amor a Dios a través de ritos y fórmulas. Según el Maestro; el amor a Dios, pasa a través del amor a los demás y se convierte en la carta de presentación de un cristiano. Nadie puede atreverse a decir que ama a Dios, mientras lastima a su hermano, censura a los demás, destruye la dignidad del otro. (cf. 1 Juan 4, 20). 

Los profundos sentimientos de Dios, proponen cuatro mandatos para encontrar una nueva civilización: el mandamiento del amor “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. (Juan 13,1).

El servicio, que se traduce como la epifanía del amor en la enseñanza de Jesús “no vine para ser servido, sino para servir”. (Mateo 20,28).  

La invitación al perdón y a la reconciliación “es necesario perdonar 70 veces Siete” (Mateo 18,22).  El resultado es la tolerancia. Y el cuarto mandato es la Iglesia. Una comunidad de hombres y mujeres, de bautizados, que nos dejamos guiar por el mandato del Salvador. Amar a Dios, amar a los demás, amarse así mismo. 

El Papa San Juan Pablo II, meditando sobre el cántico del profeta Isaías, proponía la civilización del amor como el anhelo de la humanidad. (cf. Isaías 2, 2ª.3ª.4b.) 

El testamento de Jesús y el signo del cristiano, están en la fuente del amor. Así lo expresó nuestro Papa emérito, Benedicto XVI. “Sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida” (Papa Francisco). 
El Maestro del amor tiene mucho que enseñarnos. Él mismo colocó el sello del amor en su vida y en su Palabra.

°°° El amor, y no el temor, era el perfume que ese fascinante Maestro exhalaba para atraer a las criaturas y hacerlas verdaderamente libres: “No debías tú también compadecerte de tu compañero” °°° (cf. Mateo 18, 23-25.) Augusto Cury. 

Cuida tu salud: El amor logra su cometido en la santidad de vida. 

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