El Espíritu Santo es el alma de la misión

Jairo Yate Ramírez

« °°° Jesús, se colocó en medio de ellos y les dijo: « ¡Os traigo la paz!» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús repitió: « ¡Os traigo la paz! Así como el Padre me envió, os envío yo». En seguida sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. °°° Juan 20, 19-23. Con la fuerza del Espíritu Santo se pueden transformar los corazones. Con la fiesta de Pentecostés llega a su plenitud este tiempo de celebración en nuestra pascua cristiana. Es el momento de la Iglesia, es el principio de la misión que se viene realizando en el marco de tres milenios. Cristo está presente en medio de nosotros, Cristo sigue aguardando a tantos hombres y mujeres para que aprendamos a vivir y transformar desde dentro esta sociedad con la fuerza y la Gracia de su Espíritu.

La presencia del Espíritu de Dios abre un espacio esencial para la vida del mundo: La paz, la salud espiritual, el perdón de los pecados, los dones, las gracias, los talentos, los frutos de quienes aprenden a vivir según el Espíritu; el privilegio de ser más personas del espíritu y menos de las fuerzas del mal, menos de creer en nuestras propias fuerzas, o pensar que eres una persona brillante sin la gracia del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo permite ese estado vital, cualificado y educado del ser humano. Es la nobleza de su ser. Una persona que se deja moldear por el Espíritu. El motor y la fuerza de la misión de los apóstoles, fue el Espíritu Santo. Quien sostiene a la Iglesia, se denomina, Espíritu Santo. Quienes aceptan el Espíritu Santo, se convierten en luz del mundo. El Espíritu Santo crea una vida nueva. Aparece algo nuevo que no había sucedido en nuestras vidas. El Espíritu es: Novedad, armonía y misión.

Así lo predicó el Papa Francisco: “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos.

Dios ofrece siempre novedad -, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad. El Espíritu también crea desórdenes porque produce diversidad de carismas y a la vez logra la armonía. San Basilio de Cesarea, Padre de la Iglesia, decía: el Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Él es precisamente la armonía. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad”. Cuida tu salud: “El Espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada”, Juan 6, 63.

Arquidiócesis de Ibagué.

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