Saber escoger, da equilibrio a la vida

Jairo Yate Ramírez

« °°° «Marta, en cambio, andaba ocupada en el trajín del servicio, hasta que se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, fíjate que mi hermana me dejó sirviendo sola. Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, tú te afanas y preocupas por demasiadas cosas, cuando sola una es necesaria”. °°° (Lucas 10, 38-42). El afán de servir disminuye las posibilidades para encontrar lo mejor. El mundo en que vivimos corre vertiginosamente: el ruido y la agitación; los afanes de la vida, los compromisos que no dan espera, las redes sociales.

Hay tanto por hacer, que terminamos perdiendo el horizonte de lo principal. Hay algo que falta para lograr el equilibrio, entre lo que hago, entre lo que vivo, entre lo que siento, entre lo que creo. Se hace necesario distinguir entre lo esencial y lo accidental. En materia de fe y de vida espiritual el Cardenal, Carlo María Martini, recomendaba: “Para servir al Reino hay que servir primero al Rey”. San Benito indicaba el estilo de vida cristiana para sus monjes: Debes aprender a ser una persona de oración y una persona de acción: “Ora et labora”.

La Sagrada Escritura, nos permite conocer dos personajes que encarnan la realidad y la enseñanza de quienes pretendan el equilibrio en su vida cristiana. La oración y la acción. Marta, es una mujer que piensa en servir, se agita en los oficios de la casa; es el prototipo de una preocupación que nace de una necesidad. En cambio, María, prefiere que se detengan un poco las labores y aprovecha para recibir el alimento de Dios, se nutre de las enseñanzas de Jesús, se sienta a los pies del Maestro.

En la vida hay que aprender a encontrarle gusto a la Palabra del Señor. El asunto es, ¿dónde está ubicado tu corazón? Cuando los sentimientos y la nobleza del espíritu apuntan al corazón de Dios, el problema está solucionado. Escuchamos la voz del Nazareno que disuelve nuestro dilema: “Has escogido la parte mejor”. Para servirle a Dios es necesario el justo equilibrio: tienes tiempo para Dios, tienes tiempo para los demás. No caes en el activismo.

Escuchas a Dios y logras conocer perfectamente el camino. Así lo descubrió Samuel: “Habla que tu siervo escucha” (cf. 1 Samuel 3). San Pedro descubre el valor y la importancia de escuchar a Dios y obedecerle: “Sólo tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6, 68). El Papa Francisco centra su atención en la persona de Jesucristo diciendo: “cuando en el servicio eclesial se está atento sólo al hacer, se da más peso a las cosas, a las funciones, a las estructuras, y se olvida la centralidad de Cristo, no se reserva tiempo para el diálogo con Él en la oración, se corre el riesgo de servirse a sí mismos y no a Dios”. Cuida tu salud: Combina perfectamente el tiempo entre lo que crees y lo que haces.

Arquidiócesis de Ibagué.

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