Accidentes aéreos, una verdad incómoda

Pedro Luis Zambrano

No es solo uno, son varios los lamentables accidentes que han involucrado aviones y helicópteros de la fuerza pública colombiana en el último año. Estos hechos lógicamente preocupan, primero que todo, por las valiosas vidas humanas que se han perdido en ellos, que han llenado de desesperación y dejado orfandades en decenas de hogares de casi todas las regiones del país. Todos comprendemos que fortuitamente se puede presentar algún hecho de este tipo, pero, para nadie es aceptable que estas tragedias ocurran tanseguidamente.

Algo desconcertante, sin embargo, ocurre con el manejo que están dando autoridades y políticos a estos sucesos a través de los medios de comunicación, en el caso del último siniestro, por ejemplo, sorprende cómo el Gobierno y la oposición se trenzaron en una guerra de versiones, caracterizada por la falta de prudencia de ambas partes, con trasfondo de riña política, dada la cercanía de las elecciones.

Cuando estos hechos ocurren, lo lógico es que para llegar a afirmar con contundencia la causa de estas caídas de aeronaves, deben practicarse las investigaciones técnicas, que demoran un tiempo prudencial para dar resultados y saber a ciencia cierta su causa real. No obstante, la oposición uribista, sin pruebas valederas y tan solo horas después del suceso del helicóptero en Antioquia, ya estaba insinuando que lo ocurrido era un ataque de irregulares. Y, con el mismo apresuramiento, tanto el Presidente como el Ministro de Defensa se reafirmaron en que se trató de un accidente. Puede decirse que muchos colombianos sentimos que a estos dos actores les importó más el provecho político de la situación, que el dolor de las familias enlutadas por la misma.

Quedan para el futuro muchas cosas que investigar y mejorar, con motivo de esta seguidilla de desastres. Primero que todo, retomar el sistema de mantenimiento y puesta en operación de las aeronaves públicas, la capacitación y el entrenamiento de sus tripulaciones, el clima y los demás elementos de seguridad que rodean esta actividad, porque, así sea que cumplan misiones especiales en medios de nuestras distintas guerras, las vidas humanas están primero.

Y algo fundamental para una sociedad es que los actores políticos y el gobierno sean prudentes, cuando se presenten hechos tan sensibles para las familias afectadas, porque armar rencillas politiqueras, en medio del dolor de los afectados, es un irrespeto de marca mayor.

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