De atentados y especulaciones

Apenas comenzaba la tarde en Oslo, la capital de Noruega, una apacible ciudad de medio millón de habitantes, cuando enfrente del Ministerio de Petróleos, cerca de las oficinas del Primer Ministro y del diario de mayor circulación del país, hicieron explosión dos bombas que causaron siete muertos y heridas graves a 15 personas más.

Las edificaciones vecinas quedaron destruidas, así como los ventanales de las construcciones situadas un kilómetro a la redonda.
Simultáneamente en la isla de Atoeya un ciudadano noruego vestido de policía atacó un campo de verano repleto de jóvenes pertenecientes al partido laborista de Gobierno; los últimos reportes dan cuenta de entre 20 y 25 muertos y la captura del asesino.
Una vez se conoció en el mundo de los dos atentados se desató una guerra mediática: primero apareció un comunicado atribuido a Ansar Al-Jihad Al-Alami o Ayudantes de la Jihad Global que se atribuían las sangrientas acciones, las reivindicaban como consecuencia de la participación de un pequeño contingente noruego que colabora con la Otan en Afganistán y amenazaban con actos aún más violentos y salvajes.
En Colombia los usuales y conocidos comentaristas de las ediciones electrónicas de los medios inmediatamente le asignaron la responsabilidad a las FARC por cuenta de una supuesta negativa de Noruega a reconocer la calidad de beligerante al grupo armado ilegal.
No se había asentado el polvo en los edificios derruidos cuando el propio Gobierno noruego señaló que lo sucedido debía atribuirse a grupos opositores al Gobierno laborista y compuestos por nacionales de ese país.
El mundo entero rechaza este signo de barbarie y los censura en igual medida a los escenificados recientemente en Mumbai, en la India, y a los cotidianos actos de salvajismo en Irak y Afganistán. De la misma manera que tiene que ir precaviéndose de la manipulación mediática que se advierte por doquier en el mundo en las que grupos conocidos o ignotos se atribuyen las responsabilidades o las endilgan a quienes se les ocurre para así crear toda suerte de rumores y especulaciones sin base ni sustento y así multiplicar la incertidumbre.


EL NUEVO DÍA

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