Un país para todos

Los que sí ven una esperanza de paz y una opción de concordia deben entonces salir a manifestar su solidaridad con las conversaciones de La Habana y la posibilidad de acallar los fusiles.

Las calles se han convertido en el escenario en el cual la gente expresa su apoyo o rechazo a una idea, una persona, una propuesta, una gestión o unas actuaciones. Bien sea el aborto, el matrimonio homosexual, las medidas económicas, el precio del café; la conducta de la ETA, las FARC o el gobierno egipcio o la candidatura de Capriles.

Las movilizaciones tienen un enorme efecto político y, con excepciones, conducen a la solución pacífica de conflictos y a drásticos cambios en las sociedades.

Las marchas de hoy que conmemoran la Memoria Histórica, coinciden con el aniversario del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y se han enfocado a brindar apoyo a las iniciativas de paz que se concretan en las conversaciones de La Habana y el anuncio de acercamientos con el ELN en sitio y agenda que todavía se desconoce.

Quienes no están de acuerdo con los diálogos o no quieren ser identificados con la gestión del actual gobierno han manifestado su rechazo a las marchas pues las identifican como un apoyo a las FARC o solidaridad con las ejecutorias de Santos.

Por supuesto que quienes así piensan y se oponen a cualquier acercamiento con los grupos armados ilegales están en libertad de hacerlo y de expresar su oposición a todo lo que tenga que ver con el actual gobierno.

Los que sí ven una esperanza de paz y una opción de concordia deben entonces salir a manifestar su solidaridad con las conversaciones de La Habana y la posibilidad de acallar los fusiles.

La Iglesia Católica ha tomado posición y apoya las marchas sin cuestionamientos y, tal parece, que coincide con la posición asumida por los partidos liberal y conservador. El Polo ha dicho que sí, pero que no marcha y la Marcha Patriótica se muestra decididamente a favor. Las centrales obreras se muestran reticentes y ciertos medios no parecen muy convencidos de que manifestaciones donde se confunden Santos y su gabinete con Petro y el suyo e Iván Cepeda y Piedad Córdoba sean del gusto colectivo.

Mas sucede que este es el país y para que se logre la paz debe aceptarse a todos por igual.   

EL NUEVO DÍA

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