Coherencia, previsión y oportunidad

Las cifras asombran y deben convertirse en factor adicional para fortalecerlas propuestas de aprovechamiento de las regalías en proyectos de ciencia, tecnología e innovación que, como ha dispuesto el Gobierno, han de utilizarse en el sector agropecuario.

e todos es conocido el férreo rechazo expresado contra potenciales explotaciones de yacimientos auríferos en el Departamento.

La principal argumentación para esa confrontación: los daños que al entorno y las fuentes de agua podrían producir esas explotaciones.

Sin embargo, esa misma confrontación y ese mismo rechazo no se advierte con relación a otras explotaciones económicas que llevan decenios contaminando, deteriorando los suelos y afectando la calidad de las corrientes de agua, por la forma en que se realizan en el Departamento; al punto de que ya hay extensas áreas que se dirigen inexorablemente a la desertificación.

En efecto, las explotaciones agropecuarias que se realizan sin un adecuado sustento científico ni apropiada transferencia tecnológica se han convertido en los principales depredadores de aguas y tierras, a más de conjurarse contra los resultados económicos de los campesinos y muchos empresarios del campo.

Resulta abrumador el efecto que en la salud, la contaminación de ríos y quebradas, la sedimentación en el mar y el calentamiento global tienen el desordenado uso de los agroquímicos y además la ausencia de rotación de cultivos.

Como se reclamó en los recientes paros campesinos en Colombia el precio de los agroquímicos está un 40 a 50 por ciento por encima del precio promedio en otros países de la región, por lo que una de las angustiosas medidas del Gobierno para sofocar las protestas fue la expedición del decreto 1998 del presente año que busca mitigar el costo de estos insumos.

No obstante, el problema no se queda allí pues Colombia emplea casi cinco veces el promedio de fertilizante por hectárea que utiliza América Latina, con el agravante de estar probado que se desperdicia no menos del 60 por ciento y, más aún, ese exceso se convierte en factor dañino y contaminante.

Las cifras asombran y deben convertirse en factor adicional para fortalecerlas propuestas de aprovechamiento de las regalías en proyectos de ciencia, tecnología e innovación que, como ha dispuesto el Gobierno, han de utilizarse en el sector agropecuario.

Más aún cuando, de acuerdo con proyecciones de la FAO, para alimentar a los más de nueve millardos de seres humanos que habitarán el planeta en veinte años deberán añadirse en no menos del 40 por ciento los alimentos que se producen actualmente (el equivalente de mil 600 millones de hectáreas adicionales, de las que una cuarta parte están en Suramérica).

Por supuesto que no serán solo las tierras sino el racional uso de los diversos factores de producción, como gente, maquinaria, agua, fertilizantes, empaques, condiciones de almacenamiento y transporte, a más del aprovechamiento de los residuos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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