De la obsolescencia

En días recientes y en las mismas páginas de este rotativo se han registrado las desapacibles escenas de los recintos desocupados sin importar si a los debates y deliberaciones se ha invitado a los funcionarios a responder extensos cuestionarios, a absolver precisas dudas o a rendir informe de sus actividades.

La concentración de poder en el Ejecutivo ha hecho que organismos como los concejos municipales y las asambleas departamentales se conviertan en entidades anodinas y carentes de la importancia que otrora tuvieron. Algo similar a lo ocurrido con el Congreso, hoy convertido en comparsa de la Presidencia.

Para guardar ciertas formalidades y preservar el remedo de democracia las administraciones departamentales y municipales hacen periódicos gestos de acatamiento a los desuetos organismos y buscan congraciarse con concejales y diputados, otorgándoles ciertas prebendas y utilizando fórmulas que contribuyan a propiciar un clima de armonía.

Uno de los más usuales consiste en llamar a sesiones extras para tramitar asuntos que bien podrían haberse evacuado en las sesiones ordinarias, pero que, las más de las veces, se trata de temas que no entrañan ninguna prioridad o carecen de trascendencia por lo que quedan reducidas (las sesiones extras) a dádivas de buena voluntad que mejoran los ingresos de los elegidos popularmente.

El desapego por las funciones y obligaciones legales tiene inequívoca concreción en la nula atención que, generalmente, se adjudica a las sesiones, pues del Congreso para abajo lo usual es que no se configure el quórum requerido para sesionar, sin importar la trascendencia del proyecto de ley, la ordenanza o el acuerdo en trámite.

En días recientes y en las mismas páginas de este rotativo se han registrado las desapacibles escenas de los recintos desocupados sin importar si a los debates y deliberaciones se ha invitado a los funcionarios a responder extensos cuestionarios, a absolver precisas dudas o a rendir informe de sus actividades.

En un caso se registraba la inconformidad de la gerente de un organismo descentralizado del orden municipal que había llegado al recinto con prolijos informes sobre la entidad a su cargo y le tocó hablar ante un auditorio desierto, pues el único concejal presente se arrullaba con sus ronquidos y tres o cuatro que habían acudido al edificio estaban en la cocina indagando por unos tamales.

Similar situación a la registrada en la Asamblea, donde se reunieron el pasado miércoles varios líderes cafeteros para deliberar sobre la crisis del cultivo en el departamento y solo tres o cuatro de los diputados se hicieron presentes.

De hecho, el Gobierno departamental tampoco se preocupa mucho por el acontecer de la Asamblea y envía los proyectos de ordenanza cuando ya se ha agotado el tiempo para darles un adecuado trámite, como lo reconocía la Presidenta de la Asamblea.

De tal forma que cada vez se advierte más la obsolescencia de tales organismos y por parte alguna quedan argumentos que defiendan su existencia.

EL NUEVO DÍA

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