Medio lleno

La desigualdad continúa imperando y las falencias de los sistemas de salud y judicial parecen crónicas. Sin embargo, se trabaja con dificultad en revertir los efectos del desplazamiento forzado y en reparar a las víctimas del prolongado conflicto.

Decía Tina Rosemberg al referirse al país hace unos años: “Colombia, líder mundial en la producción de tribulaciones”.

No le faltaba razón a la escritora, pues la presencia simultánea de paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes con toda su horrorosa violencia, adobados por una rampante corrupción, uno de los más altos índices de desigualdad y la permanente presencia de connacionales en las redes de prostitución y trata de personas, a lo que se añadía una geografía vulnerable propicia a los desastres y emergencias llegó a hacer considerar al país como no viable.

De alguna manera, tras estar al borde del abismo el país ha dejado de tener esa calamitosa situación y hoy en día no son pocos los elogios que se reciben por asuntos tales como la situación macroeconómica, la disminución de la violencia, la reducción del desempleo y la normalización de las relaciones con los vecinos.

Los carteles colombianos de la droga ya no lideran la nefasta actividad en el mundo; el deporte colombiano se destaca cada vez más en diversas disciplinas, así como los literatos, músicos y artistas.

La pobreza, si bien continúa en índices inaceptables, se ha contraído durante los últimos años y hasta los desastres naturales han amainado.

No quiere decir lo anterior que se viva en una arcadia feliz donde corren ríos de leche y miel, pues de las últimas evaluaciones internacionales se puede extraer que el sistema escolar es uno de los más ineficientes del mundo y que en el escalafón mundial de la corrupción el país está bien lejos de los más transparentes en el mundo y la región.

La desigualdad continúa imperando y las falencias de los sistemas de salud y judicial parecen crónicas. Sin embargo, se trabaja con dificultad en revertir los efectos del desplazamiento forzado y en reparar a las víctimas del prolongado conflicto.

En el fondo se enciende una tenue luz que indica la posibilidad de paz y ¡oh, sorpresa! en reciente publicación de un organismo internacional que monitorea el número de muertes violentas en los diferentes países muestra a Siria con 55 mil muertos en 2012, por cuenta de su cruenta guerra a la cabeza del tenebroso escalafón; seguida de México, con nueve mil 500 muertes derivadas de la confrontación con los carteles de la droga y con Afganistán completando el macabro podio, con siete mil 500 muertes violentas producto de la maraña de conflictos que allí se desarrollan. Para constatar que ya el país perdió este poco apetecible liderato y, de consolidarse la plaza, habrá de mejorarse en otras listas nada envidiables.

Falta mucho, pero ya no es el país al que se refería Tina Rosemberg con tanta desesperanza.

EL NUEVO DÍA

Comentarios