El horror de Gaza

¿Habrá quien pueda parar esta locura que se constituye en una verdadera vergüenza para la humanidad? Al parecer el odio ancestral no da cabida para una solución pronta y el mundo será testigo de una prolongada abominación.

Las esperanzas creadas alrededor de la intercesión del Papa Francisco en el conflicto entre Israel y Palestina se han hecho añicos como consecuencia del sangriento enfrentamiento que se escenifica en la Franja de Gaza entre Hamas y el gobierno de Israel.

La muerte de tres adolescentes israelíes, seguida por el fallecimiento de un joven palestino quemado vivo, desataron una conflagración en la que priman el salvajismo y la destrucción sin límites.

En tres semanas de confrontación van 600 palestinos muertos (la cuarta parte niños), 386 civiles y 89 combatientes y del lado de Israel han muerto 27 soldados y dos civiles.

A los rudimentarios cohetes disparados desde la Franja contra el territorio israelí, Jerusalén ha respondido con un ataque frontal con total despliegue de fuerza aérea y una incursión terrestre que arrasa lo que encuentra a su paso. La asimétrica acción guarda pavorosas semejanzas con los ataques de los nazis al gueto de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial.

Si en una zona tan densamente poblada el solo lanzamiento de una piedra cobra víctimas colaterales, qué no habrá de producir el empleo de bombas y proyectiles teledirigidos contra zonas donde se hacinan en la miseria más de 1.8 millones de personas de las que la mitad son niños.

Han sido destruidas (con sus ocupantes adentro) escuelas, hospitales y refugios de las Naciones Unidas. El suministro de agua ha sido cortado y ya hay más de 100 mil desplazados que huyen de la artillería israelí.

Las principales aerolíneas han suspendido hasta nueva orden sus vuelos al área y no hay trazas de que la presión internacional vaya a parar la carnicería.

De lado y lado comienzan a percibirse los efectos colaterales de una guerra sin cuartel con los traumas psicológicos que se acentúan en la población infantil.

¿Habrá quien pueda parar esta locura que se constituye en una verdadera vergüenza para la humanidad? Al parecer el odio ancestral no da cabida para una solución pronta y el mundo será testigo de una prolongada abominación.

Todavía hay en Colombia algunos que se muestran antagonistas de los intentos por alcanzar la paz.

REDACCIÓN EDITORIAL

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