La capacidad de sorpresa del ciudadano se pone a prueba a menudo ya que periódicamente se descubren grupos de presión y manipulación enquistados en la estructura del Estado para torcer a su favor y el de sus allegados la Ley, la Constitución y el ordenamiento, prevalidos de sus circunstanciales posiciones o mediante las coyundas establecidas bien sea partidistas, regionales o surgidas del reparto de las posiciones o el presupuesto.
Muchas de ellas funcionan a la vista de todos con el mayor desparpajo y para de gradación de la disciplina social. Otras, logran mimetizarse sin que muchos adviertan su accionar, aunque el daño que producen sea, en ocasiones, superior al de quienes actúan olímpicamente.
Recientemente ha salido a la luz uno cuya cabeza visible ocupa la Secretaría del Senado, Gregorio Eljach, a quien se le vio en acción limitando la participación del senador tolimense del Polo, Jorge Enrique Robledo, y urgiendo a los dignatarios del órgano legislativo a levantar aceleradamente una sesión para impedir la continuación del debate por parte de Robledo.
A fines de la semana pasada y aunque lo ha negado en varias ocasiones sirvió de intermediario para llevar a la Cámara documentos reservados del proceso al magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt, con la proclive intención de contaminar el proceso que se le sigue al tristemente célebre magistrado y así poder recusar a quienes intervienen en la causa.
El mismo Eljach está detrás de un proyecto que cursa en el Congreso que permitiría la reforma de la misma estructura orgánica del Senado, la creación de no menos de nueve dependencias nuevas y cerca de un centenar de cargos que, ¡Oh sorpresa!, quedarían a disposición y manejo del propio Secretario del Senado.
¿De dónde salió tan torticero funcionario? ¿Quién está detrás de su nombramiento y el enorme poder adquirido? ¿Por qué razón no hubo siquiera un intento de censura tras la burda actuación contra Robledo?
Comentarios