Editorial: Estupidez de exportación

Así la estupidez de tales hinchas adquiere dimensiones galácticas. Bien harían las autoridades chilenas en hacernos el favor y dejar a buen recaudo esa manada de lelos por una buena temporada. A lo mejor así se podrá volver a los estadios colombianos.

De todos es conocida la frase de Einstein en que aseveraba que había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Algunos fanáticos colombianos del fútbol pueden servir de confirmación irrebatible de la última parte de la frase.

En efecto, con ocasión de la Copa América en Chile se han escenificado varias acciones que no dejan dudas sobre la debilidad de las mentes de algunos de nuestros compatriotas, que en esta ocasión solo repiten lo que habitualmente debe soportarse durante la disputa del campeonato profesional en el país.

Por razón de una poco usual victoria del equipo colombiano sobre el de Brasil hubo en Bogotá nada menos que 936 riñas, dos niñas que celebraban en el balcón de su casa fueron heridas por una bala disparada por un descerebrado y 22 buses del Servicio Integrado de Transporte (Sitp) fueron atacados a piedra por grupos de vándalos alicorados que complementaron la insania sustrayendo los extinguidores dispuestos en los vehículos de transporte público para contener los conatos de incendio, el objeto de los gamberros desparramar el contenido en las calles y afectar a ciudadanos que celebraban en paz la victoria del combinado nacional. En Medellín ocurrió algo semejante: un menor de edad resultó muerto a tiros y trifulcas sin cuento. ¿Qué tal si el equipo hubiera perdido? A lo mejor habrían incendiado las ciudades.

Pero allí no para la cosa, pues hay quienes han llegado a exportar el disparate y exhibir internacionalmente su deficiencia en las meninges. En las afueras del estadio de Santiago dos grupos de colombianos se enfrentaron con garrotes, piedras y armas blancas, ya que unos eran partidarios de un equipo del rentado colombiano y, los otros, de uno rival. La gendarmería chilena hubo de intervenir para detener la idiotez y poner prisioneros a ese maravilloso material de exportación.

Así la estupidez de tales hinchas adquiere dimensiones galácticas. Bien harían las autoridades chilenas en hacernos el favor y dejar a buen recaudo esa manada de lelos por una buena temporada. A lo mejor así se podrá volver a los estadios colombianos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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