Editorial: De diversos pelambres

En Colombia, en tanto, las Farc creen hacer la revolución privando de los servicios básicos a las comunidades más pobres ¿Será que se imaginan que esta es la fórmula para recuperar adeptos o hacer crecer su influencia en las masas y, de paso, acabar con las opciones de paz?

La semana fue pródiga en actos de barbarie alrededor del mundo. Francia, Túnez, Somalia, Kuwait y Colombia padecieron la insania de los fanáticos. En Europa, Asia y África la bestialidad se manifestó con el expediente de la religión. Aquí en Colombia el pretexto estuvo a cargo de la revolución o un credo político.

En Francia un musulmán degolló a su jefe y pretendió hacer volar un complejo de distribución de gas, con lo que habría podido causar una mortandad incalculable. En Túnez para completar los estragos causados unos meses atrás a la industria turística (pilar económico del país) se fusiló a inermes huéspedes de un hotel a comienzo de la temporada, como si el asesinato de decenas de visitantes de un museo no hubiera sido suficiente; en esta ocasión se buscaba eliminar a los infieles (que son todos aquellos que no profesan la fe musulmana de su particular concepción). En Kuwait fue entre suníes y chiíes (derivaciones de la fe musulmana) y las víctimas, en este caso, fueron los fieles que asistían a un oficio religioso en una mezquita, dentro de las celebraciones en el sagrado mes del Ramadán. En Somalia los muertos corrieron por cuenta de militares de las fuerzas panafricanas que tratan de poner un poco de orden en el caos religioso, social y político en que se ha convertido la traumatizada nación.

En Colombia, en tanto, las Farc creen hacer la revolución privando de los servicios básicos a las comunidades más pobres, traumatizadas y excluidas. El suministro eléctrico en Tumaco, Buenaventura y Florencia; los acueductos de Algeciras, Tumaco y Buenaventura; así como de otras pobres regiones del Putumayo, Nariño y las costas del Pacífico. A la vez contaminando y destruyendo sembrados, cultivos de peces y el entorno en Norte de Santander, Putumayo, Nariño y Buenaventura por medio de voladuras de oleoductos y derrame del petróleo de los vehículos transportadores en quebradas, selvas, ríos y la costa del Pacífico. En la misma semana en que, llevando el cinismo a cotas superlativas se muestran partidarios de las posiciones de protección de la naturaleza del papa Francisco.

¿Será que se imaginan que esta es la fórmula para recuperar adeptos o hacer crecer su influencia en las masas y, de paso, acabar con las opciones de paz?

REDACCIÓN EDITORIAL

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