Editorial: Apretones y blindaje

No se recordaba que una gallina o un pollo son en la práctica una mazorca con dos patas y los cerdos con cuatro, para no mencionar el peso de los concentrados en ganadería, porcicultura y avicultura. El olvido llegó a no mensurar el componente importado de un desayuno tradicional o de la misma bandeja paisa.

Frescas en la memoria están las declaraciones del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, acerca de las turbulencias que en los mercados internacionales se estaban conformando hace un par de años.

Ya se hablaba de la desaceleración en China, se vivía la crisis en ciertos países de la Unión Europea y serios problemas se vislumbraban en Argentina, Brasil y Venezuela.

Las declaraciones del Ministro intentaban amainar cualquier conato de incertidumbre y repetía un mantra que señalaba que la economía colombiana estaba blindada para cualquier contingencia por elementos como la Inversión Extranjera Directa IED, las reservas internacionales acumuladas y las líneas de crédito disponibles para atender toda clase de compromisos del Gobierno.

Las grandes preocupaciones de la época, por cierto, estaban centradas en la fortaleza del peso contra el dólar y las posibilidades de un contagio de la llamada “enfermedad holandesa” para la cual se disponía de la herramienta de la regla fiscal.

Los problemas de China, de los países europeos y de los vecinos se agudizaron; la demanda por las materias primas (en el caso colombiano carbón, níquel y petróleo) se vino abajo y con ella los precios de estas mercancías, por lo que los ingresos de exportaciones y los del Gobierno cayeron a la mitad.

Se había olvidado que el país había pasado de importar 300 mil toneladas de alimentos anuales a 10.5 millones de toneladas de productos agrícolas (soya, maíz, trigo y concentrados). Nada menos que el 27.5 por ciento de los alimentos en toda la cadena alimentaria.

No se recordaba que una gallina o un pollo son en la práctica una mazorca con dos patas y los cerdos con cuatro, para no mencionar el peso de los concentrados en ganadería, porcicultura y avicultura. El olvido llegó a no mensurar el componente importado de un desayuno tradicional o de la misma bandeja paisa.

De otro lado con un dólar por encima de tres mil pesos se encarece la atención de los compromisos de la deuda externa en tres billones de pesos, que será menester ubicar bien reduciendo drásticamente la inversión (y el crecimiento) o hurgando más profundamente en los ya maltrechos bolsillos de los contribuyentes (con sus efectos en el consumo y el crecimiento).

Habrá que esperar unos meses para saber el calibre del blindaje y, por ahora, apretarse el cinturón.

REDACCIÓN EDITORIAL

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