Editorial: Una historia ejemplar

La inauguración de la nueva sede marca la incontenible marcha de una organización que solo bondades y beneficios ha traído a los colombianos, en especial a los de menores recursos.

Hace 60 años el sacerdote eudista Rafael García Herreros concibió una institución solidaria que brindara apoyo a los miles de desplazados de la Violencia que buscaban refugio en las ciudades para preservar lo único que les quedaba: la vida de ellos y sus familias.

Inicialmente y ante la magnitud y urgencia de las necesidades y con el apoyo de un programa de televisión que surgió en los albores del medio y continúa con su incansable tarea, se dedicó a solicitar la colaboración de la ciudadanía para proveer de mercados y vituallas para la supervivencia de las familias necesitadas.

Muy pronto la idea fue creciendo y tomando cuerpo y se pasó a reunir recursos para la construcción de viviendas para los expoliados. Para el efecto se concibió un evento llamado El Banquete del Millón que anualmente recaba recursos para las diversas iniciativas de la organización.

De la construcción de viviendas aisladas se evolucionó a la conformación de un barrio completo en Bogotá con todos los elementos requeridos para la reconstrucción del tejido social de la comunidad en educación, comercio, museo (de reconocida calidad) y emisora. De allí salió un colegio y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, que es la que cuenta con el mayor número de alumnos matriculados (110 mil) que brinda educación de excelencia en las diferentes sedes, a costos de matrícula asequibles a las personas de menores recursos, mediante un diseño que ha sido reconocido internacionalmente y que se multiplica allende las fronteras en Costa de Marfil en el África y en otros países del continente americano.

En el Tolima la benéfica función de la Universidad se traduce en más de cuatro mil alumnos matriculados en las distintas sedes de la región.

Ayer tuvo lugar la inauguración de la nueva sede en Ibagué en las que fueran las instalaciones del colegio Heymann Emeyner de SOS con lo que se accede a unos espacios más cómodos y adecuados y también se recupera un conjunto que hubo de cerrar por cuenta de incomprensibles decisiones gubernamentales que habrán de analizarse en otro momento.

La inauguración de la nueva sede marca la incontenible marcha de una organización que solo bondades y beneficios ha traído a los colombianos, en especial a los de menores recursos.

¡Enhorabuena y felicitaciones! a más de un reconocimiento y un agradecimiento del colectivo para la comunidad religiosa, la institución educativa, sus directivas y el personal docente, docente, administrativo y la creciente comunidad estudiantil.

REDACCIÓN EDITORIAL

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