Editorial: Problemas insalvables

Volviendo al asunto de las altisonantes declaraciones y los insultos el gobierno colombiano y su canciller han hecho gala de paciencia y prudencia para no llegar a extremos ni rebajarse a la verborragia de Maduro, Cabello y la canciller Rodríguez.

Como era de esperar fue muy poco lo que salió en claro tras la tensa reunión en Quito entre las cancilleres de Colombia y Venezuela con el auspicio de sus colegas de Ecuador y Uruguay.

Difícil encontrar algo diferente tras las andanadas de epítetos, balandronadas y estupideces escuchadas por cuenta de la crisis en la frontera. Bien complejo le queda al gobierno colombiano tratar de encontrar un terreno común cuando las motivaciones para la abrupta acción tienen que ver con la posibilidad de perder las elecciones para la conformación de la Asamblea Nacional en diciembre, que le asaltan a Maduro y su brillante gabinete.

Resulta que el gran conductor puede decir todo lo que le plazca y las tontainas que brotan de su particular cacumen ya que ha acabado con la libertad de prensa, ha penalizado la oposición y se ha adueñado con dádivas y canonjías de los otro poderes, el Ejército y la Guardia Nacional. Aún así y pese a despotricar de las cadenas internacionales de noticias y los más importantes medios del mundo que no cesan de alarmarse por lo que sucede en Venezuela, ha salido el gobierno venezolano a pagar una página bien costosa en el New York Times (al que considera el vocero del fascismo y el imperialismo) para publicar sus distorsiones sobre lo ocurrido en la frontera.

El episodio anterior trae a la memoria otro ocurrido en uno de los pasados conflictos orquestados desde Miraflores en el que Chávez suspendió la compra de mercancías colombianas e inmediatamente se ofrecieron para sustituirlas los proveedores de Bolivia y Brasil con la consecuencia de que les pusieron “conejo” y todavía no recuperan el dinero. Falta ver si al Times también le hacen “conejo”.

Volviendo al asunto de las altisonantes declaraciones y los insultos el gobierno colombiano y su canciller han hecho gala de paciencia y prudencia para no llegar a extremos ni rebajarse a la verborragia de Maduro, Cabello y la canciller Rodríguez. Los vecinos han culpado a Colombia y a los colombianos de todos los males que se baten sobre Venezuela: la inflación, el déficit fiscal, el desabastecimiento, la inseguridad en las calles y hasta el colapso del bolívar y el precio del petróleo y como algunos calumniadores han dicho que Maduro es nacido de este lado de la frontera solo falta que nos acusen de que aquí se le enseñó a bailar y, más insultante aún, que aquí fue a la escuela y aprendió castellano y aritmética.

Eso seguramente llevaría a una ruptura de relaciones o alguna reacción más grave pues ningún gobierno aceptaría tamaña ofensa ni tan graves imputaciones.

REDACCIÓN EDITORIAL

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