Editorial: Oscila el péndulo

¿Adónde conduciría una derrota del gobierno? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero tanto Maduro como Cabello han manifestado que usarán todas las herramientas a su disposición para preservar la revolución bolivariana, y eso incluye el uso de la fuerza.

Las encuestas lo habían advertido, el electorado argentino estaba dispuesto a dejar atrás los 12 años de kirchnerismo y, de paso, liberarse de las sombras peronistas del pasado.

Si bien la ventaja (un poco menos del 3 por ciento de los votos) no fue del tamaño previsto sí logró Mauricio Macri sobreponerse a todo el poder del aparato estatal que estaba detrás de su oponente, Daniel Scioli, y tendrá que enfrentar desde el primer día de su gestión la compleja y desbaratada herencia que deja Cristina Fernández.

Particularmente en el escenario económico ya que, aunque nadie cree en las cifras oficiales, habrá que comenzar escudriñando el desorden que deja Kiciloff, el ministro de Hacienda.

Algunos datos producen escalofríos: tendrá que devaluar pues el precio oficial del dólar es de 12 pesos, mientras el blue (así lo llaman al de mercado) está por los 24 pesos argentinos; la inflación real marcha por los lados del 25 por ciento y las reservas internacionales, a pesar del “cepo” apenas superan el millardo de dólares.

Ni hablar del desempleo pues la cifra es totalmente artificial tras un año de desbocada contratación en el gobierno central y las provincias con puestos de trabajo que son absolutamente insostenibles a más de innecesarios.

A todo lo anterior se ha de sumar que Macri no tiene fuerza parlamentaria que le permita hacer todo lo que requiere y ya se otean pactos con otras fuerzas políticas para desenmarañar el panorama.

Por otro lado habrán de terminar los ataques de toda índole contra la prensa independiente y la abierta injerencia gubernamental en el poder judicial. Por cierto, habrá un resquebrajamiento del eje Caracas - Buenos Aires lo que incidirá enormemente en el panorama regional.

A propósito del eje mencionado el próximo 6 de diciembre habrá elecciones parlamentarias en Venezuela y lo que dicen las encuestas es que el gobierno de Maduro será derrotado estruendosamente. Pero como dice el aforismo: “el día de la quema se verá el humo” y no se puede desechar el poder de manipulación e intimidación que se ejerce desde Miraflores y la Asamblea Nacional.

En el vecino país sí que no se conocen las cifras económicas y estas se han convertido en un secreto de estado cuya revelación entraña prisión, pero ningún analista independiente baja la inflación del 100 por ciento, los precios oficiales del dólar (que son varios) no dejan de ser un chiste y un privilegio reservado a los incondicionales del régimen y se ha venido a saber que la catástrofe económica ha llegado a PDVSA, la otrora poderosa petrolera estatal, a la que nadie le otorga crédito ni le vende a menos que medie pago adelantado.

¿Adónde conduciría una derrota del gobierno? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero tanto Maduro como Cabello han manifestado que usarán todas las herramientas a su disposición para preservar la revolución bolivariana, y eso incluye el uso de la fuerza.

De todas maneras el péndulo oscila.

REDACCIÓN EDITORIAL

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