Editorial: Canto general

Al ritmo que se van conociendo los hallazgos de la Fiscalía y de las declaraciones del Zar Anticorrupción y hasta del ministro de Defensa (?), muy seguramente habrá profusión de folios y la compulsa de copias se multiplicará.

Que no piense el lector que se trata del descubrimiento de otros más de los 15 mil versos ya publicados de la extensa obra de don Neftalí, ni que algún estudioso haya encontrado una más de la ya voluminosas 15 secciones conocidas; en esta ocasión se está presentando, dice la Fiscalía, un evento coral en el que algunos de los participantes en la piñata celebrada en el pasado cuatrienio en el municipio de Ibagué con los recursos públicos, que bien podría bautizarse como el saqueo anunciado u otra literaria denominación.

Se dice arriba que es la Fiscalía la que da cuenta de lo que se desenvuelve a la vista de todos, pues pese a unos auspiciosos anuncios realizados hace un año, el ente acusador había entrado en un prolongado proceso de hibernación mientras culminaba la rapiña de los Juegos Nacionales. Silencio que, por cierto, no resultaba compatible con la condición de ibaguereño del Fiscal Montealegre, quien seguramente tiene múltiples fuentes de información sobre el acontecer en la villa de San Bonifacio.

Pues bien, el Fiscal (e) Perdomo ha abierto la compuerta y en reciente visita dio cuenta de siete investigaciones paralelas a igual número de contratos de los malhadados Juegos. Dice Perdomo que apenas en el correspondiente a los diseños ha habido razones para privar de la libertad a cinco personas y espera que, en el curso de días, se detenga a otras cuatro. Las razones abundan ya que, con la intención de obtener benignos tratamientos, ya hay al menos dos que han aceptado cargos y descrito el modus operandi de los depredadores.

Más aún, que algunos de los nombres ya conocidos se repiten en otras investigaciones y participan en otros escenarios de pillaje como el Acueducto Complementario (Alterno, dice Perdomo) y sus similares en Honda y Líbano. En esa progresión resulta fácil colegir que la corrida ha de convertirse en estampida para delatar (y mitigar penas) y que, como lo espera la ciudadanía, al final queden todos los que son y han sido en ese despojo continuado del erario, que no es reciente sino se remonta a épocas y circunstancias cuando el aparato de justicia estaba ( ¿está?) cooptado por dañinas hegemonías y beneficiados por la obsecuencia a ciertos gobiernos nacionales.

Al ritmo que se van conociendo los hallazgos de la Fiscalía y de las declaraciones del Zar Anticorrupción y hasta del ministro de Defensa (?), muy seguramente habrá profusión de folios, la compulsa de copias se multiplicará y las deficientes instalaciones del estadio no alcanzarán a acoger a los participantes en la defraudación que bien puede llamarse el Canto de una ignominia.

REDACCIÓN EDITORIAL

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