Editorial: La pertinencia de las estadísticas

Por supuesto que parodiando a “Pambelé” se puede decir que es mejor vivir en paz que en guerra (o al menos, estar dando los pasos para conseguirla, que promoviendo soluciones violentas). A más de que la crudeza de las cifras indica que es mejor ir tomando precauciones sobre lo que puede acontecer allende el Orinoco.

Hace cerca de un lustro que Colombia encabezaba el penoso escalafón de ser el país con mayor número de muertes violentas de acuerdo con su población. Las estadísticas registradas en el 2015 muestran un cambio profundo de la situación y esa triste distinción ha pasado a otras naciones, que ahora padecen el flagelo.

Habrá quienes pongan en duda las cifras y las tilden de amañadas o quienes desconceptúen lo logrado como si careciera de importancia. Por cierto hay países, como Venezuela, cuyas autoridades consideran subversiva la publicación de las cifras reales y censuran su divulgación desde 2005, de modo que lo que se conoce proviene de ONGs como la mexicana Consejo Ciudadano para Seguridad Pública.

De nuevo, como las estadísticas se entienden más si se analizan dentro de un contexto, es bueno proceder a compararlas con el pasado reciente o con los países vecinos, ya que para temas como el de las muertes violentas debe tomarse el referente mundial que señala los casos ocurridos por cada cien mil habitantes.

Sin más rodeos llama la atención que Caracas haya roto su nefasta marca de 500 muertes violentas en junio al registrar 535 en julio (17 diarias). Lo que ha hecho que la capital venezolana haya superado a San Pedro Sula en el índice mundial con 119 asesinatos por cada 100 mil habitantes, relegando a la ciudad hondureña que registró 110 muertes.

De otro lado, Colombia registró cerca de mil cuatrocientos muertes violentas menos en el 2015 para cerrar el año con doce mil doscientas, lo que da un registro, todavía alto de 24 por cada cien mil habitantes, contra una media mundial de 17. Para hacer más comprensible el cuadro debe recordarse que la población colombiana es de 48.8 millones de habitantes.

En cuanto hace a Venezuela que tiene 31.6 millones de habitantes, registró en el 2015 un total de 27 mil 800 muertes violentas para una rata de 88 muertes violentas por cada cien mil habitantes.

No se pretende mirar de soslayo a los vecinos sino resaltar los avances y retrocesos en un tema de primordial importancia para una sociedad, que permite examinar los fenómenos, evaluar los sistemas y contrastar los resultados. Por supuesto que parodiando a “Pambelé” se puede decir que es mejor vivir en paz que en guerra (o al menos, estar dando los pasos para conseguirla, que promoviendo soluciones violentas). A más de que la crudeza de las cifras indica que es mejor ir tomando precauciones sobre lo que puede acontecer allende el Orinoco.

REDACCIÓN EDITORIAL

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