Editorial: La migración ilegal

Se sabe que en lo que va corrido de 2016 han habido cerca de 10 mil migrantes ilegales procedentes de Haití, Cuba y países no imaginables como Congo, Ghana, Senegal, Nepal.

La migración irregular, fenómeno político y drama humano que muchos colombianos creen que ocurre en lejanas latitudes, como en el mar Mediterráneo, Turquía o Italia, se padece en territorio colombiano en dimensiones que generan preocupación.

Si bien los cálculos se quedan cortos y son muchas más las personas que sigilosamente llegan a Colombia y logran seguir su tránsito hacia Centroamérica, se sabe que en lo que va corrido de 2016 han habido cerca de 10 mil migrantes ilegales procedentes de Haití, Cuba y países no imaginables como Congo, Ghana, Senegal, Nepal, Bangladesh, Somalia, India, China y Siria, quienes han arribado a nuestro territorio buscando finamente llegar a Norteamérica, pero que ante el cierre de fronteras ordenado por varios gobiernos, han quedado varados en suelo colombiano.

Este problema, que es nuevo, se agrega a los muchos dolores de cabeza que padece Colombia y tiene ingredientes de Derecho Internacional, de drama humanitario y sanitario, así como de derechos de los migrantes, entre otros.

Este tipo de migración afecta a países de Sur y Centroamérica; todos ellos, calladamente, tratan de desentenderse del problema, endurecen las políticas migratorias, buscan que sus vecinos resuelvan el conflicto y los deportan, todo lo cual viola convenciones internacionales al respecto.

La miopía política continental ha hecho que centenares de miles de personas queden a merced de los “coyotes” para seguir su marcha clandestina, traficantes de vidas humanas que los roban, maltratan y hasta quitan la vida, o si bien logran sobrevivir, terminan arruinados, enfermos, hacinados, en condiciones inhumanas y otros, muertos en selvas, ríos y el océano.

¿Podrá esto tener un punto final a la vista? Desafortunadamente no, pues solo una política conjunta de los países de toda América podría hallar una solución y coordinarla sería bastante difícil.

A este problema se suma un ingrediente local que genera espanto: funcionarios de la Cancillería, la Registraduría, la Dijín, Migración Colombia y las Oficinas de Registro de Instrumentos Públicos, han creado una siniestra telaraña de tráfico ilegal de migrantes, proveyéndoles de cédula de ciudadanía, pasaporte, apostillas, certificados laborales, etc., todo falso, para que logren acceder su lugar de destino. Eso muestra el nivel de corrupción existente y las pocas medidas para ponerle freno a tan abultado problema.

EL NUEVO DÍA

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