Editorial: Desinformación y credibilidad en las redes

La desinformación y las noticias falsas, que se difunden cada vez con mayor asiduidad en las redes sociales, pero sobre todo la credibilidad que alcanzan en el sistema, se está convirtiendo cada vez más en un problema que es necesario abordar con urgencia.

En los últimos años, el crecimiento, auge y poder de las redes sociales, parece no tener límites ni fronteras. Desde su creación, este nuevo fenómeno social se ha convertido sin lugar a dudas en un gran factor de influencia que envuelve desde los altos círculos del Estado hasta las compañías privadas y los individuos. Y muy particularmente, las relaciones que sostienen todos entre sí.

Las redes, además, y sin lugar a dudas, se han convertido en una gran herramienta de expresión, que le permite hasta al más humilde de los ciudadanos transmitir sus puntos de vista y hasta estados de ánimo a un gran público. Se trata, en pocas palabras, de una de las últimas y grandes invenciones en materia de comunicaciones que están transformando a la humanidad. Pero no todo es bueno.

Y no todo es bueno, porque las redes tienen también una característica negativa que de no saberla manejar, puede causar mucho daño.

Sí. La desinformación y las noticias falsas, que se difunden cada vez con mayor asiduidad en las redes sociales, pero sobre todo la credibilidad que alcanzan en el sistema, se está convirtiendo cada vez más en un problema que es necesario abordar con urgencia. Sobre todo, cuando esas comunicaciones mentirosas se propagan con el único fin de influir de modo negativo, favorecer de manera tramposa a uno u otro grupo político o de opinión, o atacar particularmente a las minorías.

Ejemplo de lo anterior se dio precisamente esta semana con una supuesta cartilla de orientación sexual en la que en teoría se alentaban relaciones entre el mismo sexo y que se replicaron en las redes luego de afirmar con contundencia que dicho cuadernillo había sido repartido en los colegios por el Ministerio de Educación.

Para hacer la historia corta, fue a la misma entidad a la que le tocó dedicar tiempo y esfuerzo en negar la información en vista de que no ha realizado ni repartido cartilla o manual alguno. Todo fue, en resumidas cuentas, una falsedad que millones de colombianos asumieron como información cierta.

Dice el viejo refrán que de la mentira algo queda y de este axioma se aprovechan quienes mediante estrategias tramposas quieren influir en la opinión pública.

Y es por esa razón, hay que insistir, que la ciudadanía debe estar especialmente atenta, con el sentido del escepticismo activado a la hora de buscar noticias o encontrar informaciones en las redes que más que ilustrar, pueden engañar y perjudicar a personas, sociedades, empresas y países enteros.

EL NUEVO DÍA

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