Editorial: Significativo avance

Ya deberíamos haber asimilado las perversas experiencias que nos dejó contratar con empresas de Villavicencio para la construcción del Acueducto Complementario y el Estadio Murillo Toro, para no olvidar la pesadilla española en los diseños y construcción de los escenarios de los Juegos Nacionales, o la compra en la China de elementos educativos para los estudiantes ibaguereños.

Contrario a lo acontecido en el país lo revelado por el Dane en su informe sobre la Encuesta Nacional de Hogares y el empleo en el Trimestre Móvil mayo-julio muestra a Ibagué en una situación que no se registraba en años recientes.

En efecto, la capital del Tolima cerró el período con un índice de desempleo del 11.8 por ciento y en el séptimo lugar del penoso escalafón que lidera Quibdó (17 por ciento) y sigue Cúcuta con el 15,4 por ciento.

De otro lado el país se ubicó en el 9.9 por ciento de desempleo si se mira el acumulado de las 13 principales ciudades o pasa a la zona de los dos dígitos (10.1 por ciento) cuando se incluyen las 23 ciudades más grandes.

La distancia de Ibagué con relación a los promedios mencionados se ha acortado notoriamente (ya muy pocos recuerdan cuando el índice de desempleo de la Villa de San Bonifacio superaba el 25 por ciento, una situación similar a la padecida por Estados Unidos en época de la Gran depresión).

No todo es color de rosa ya que la capital del Tolima continúa presentando uno de los más altos índices de subempleo subjetivo (33.1 por ciento) lo que señala que las opciones de trabajo continúan siendo precarias. De hecho las diferencias con relación a las ciudades que presentan una situación más desahogada de desempleo (Cartagena 8.3 por ciento y Bucaramanga 8.5 por ciento) continúan superando los tres puntos porcentuales

Lo importante, entonces, es identificar las razones por las cuales se ha registrado el avance de Ibagué para consolidar los hechos positivos y multiplicar a lo largo y ancho de la Población Económicamente Activa PEA, tanto en cantidad pero sobre todo en calidad lo que redundaría indefectiblemente en proyectar la demanda y, con ella, la actividad económica en general.

No sobra recordar algunas actitudes y conductas que cayeron por completo en el olvido en años recientes: comprar en la región, contratar con empresas y proveedores locales, preferir la oferta local, que generalmente se traduce en un soporte técnico cercano y repuestos a la mano.

Ya deberíamos haber asimilado las perversas experiencias que nos dejó contratar con empresas de Villavicencio para la construcción del Acueducto Complementario y el Estadio Murillo Toro, para no olvidar la pesadilla española en los diseños y construcción de los escenarios de los Juegos Nacionales, o la compra en la China de elementos educativos para los estudiantes ibaguereños.

Hay que permanecer alertas y cuidar hasta el último centavo y la más sencilla posición.

REDACCIÓN EDITORIAL

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