Editorial: Sobre la pauta de la Alcaldía

"Bien dice el maestro Javier Darío Restrepo, que una de las faltas a la ética es dejar de ser periodista para convertirse en comerciante de noticias, y eso es lo que se ha visto desde hace mucho tiempo en Ibagué."

Desde mucho antes de asumir la Alcaldía de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, fue claro en manifestar que no iba a comprar conciencias de periodistas, ni iba a llenar de mermelada los micrófonos de las estaciones radiales de la ciudad, a fin de que hablaran bien de su gestión. Así lo ha demostrado, a pesar de haber invertido algunos recursos con la intención de promocionar las actividades institucionales, y llevar a cabo eventos representativos para la región, como las ferias organizadas, las cuales han sido gratuitas y para el goce y disfrute de los ibaguereños.

Hoy, cuando algunos directores de medios y periodistas de la ciudad, han salido a criticar duramente a Jaramillo, según ellos, por la desaforada contratación y despilfarro de recursos en publicidad, se hace necesario precisar algunas cosas, no en defensa del Alcalde, sino en defensa de la imparcialidad y del oficio de ser periodista, el cual debe corresponder, únicamente a la búsqueda insaciable de la verdad, confrontando versiones, y actuando, lejos de las rencillas políticas y las disputas personales.

En ningún código de ética periodística está establecido que la pauta y la publicidad con gobiernos está prohibida, sobreentendiendo que el hecho de que un gobierno haga uso de los servicios publicitarios de un medio, no puede condicionar la misión periodística y la imparcialidad en ningún sentido. Es más, algunos temas por ley deben ser pautados en medios de comunicación, a fin de que la ciudadanía conozca sobre ellos. Tal es el caso de los actos de rendiciones de cuentas, las subastas públicas, y las ofertas de contratación. En segundo lugar, es perentorio recordarles a quienes hoy se rasgan las vestiduras, que la administración del exalcalde Luis H. Rodríguez, gastó incluso en contratos con algunos de ellos, una suma total de 4.200 millones de pesos en publicidad, cantidad desorbitante, y en nada comparable con la inversión que hasta ahora ha hecho Jaramillo. Algunos comprometidos por esa relación e interés monetario, se hicieron los de la vista gorda, ante la mala gestión, la ineficiencia administrativa, y la corrupción en el desfalco de los Juegos Nacionales, que hoy tiene a la ciudad sin escenarios deportivos y con un hueco financiero que supera los 60 mil millones. Con los dedos de una mano se podría contar a los periodistas y medios que no callaron frente a ese tema.

Bien dice el maestro Javier Darío Restrepo, que una de las faltas a la ética es dejar de ser periodista para convertirse en comerciante de noticias, y eso es lo que se ha visto desde hace mucho tiempo en Ibagué.

Aquí se volvió costumbre y casi que un modus operandi, que algunos periodistas vivan de pedirle pauta al gobernante de turno, a fin de no hablar mal de su gestión, y de “darle manejo” a los temas complicados, lo cual resulta además de mediocre y una gran falta de profesionalismo, un reto inmenso para las nuevas generaciones de periodistas, quienes están en la obligación de cambiar las cosas.

REDACCIÓN EDITORIAL

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