¿Qué hacer con la leishmaniasis en el Tolima?

Resulta sumamente necesario elevar una alerta nacional, para que ad portas del posconflicto, una de las prioridades sea aquella de tratar con eficacia la Leishmaniasis, llamada por algunos como la “enfermedad de la guerra”.

Alertadas están las autoridades y los habitantes de diferentes municipios del sur del Tolima, por el constante crecimiento del brote de leishmaniasis, una enfermedad cutánea muy común entre las personas que residen en zonas con duras condiciones ambientales, y que causa alrededor de 70 mil muertes al año en el mundo.

Veredas de Planadas, así como San Antonio, Chaparral, Rioblanco, entre otros, hacen parte de la lista de afectados con el brote. Según datos del Instituto Nacional de Salud, ya son más de tres mil casos reportados, que, equiparado con el porcentaje nacional, corresponderían a un 29.9%. Es decir, una altísima cifra que ubica al Tolima como el departamento con el segundo mayor número de casos en el país.

Uno de los factores que han generado, entre otros motivos, el aumento de la enfermedad es la actual temporada invernal, lo que permite que la infección se propague más rápido. El empozamiento de agua y el mal manejo de distintos residuos contribuyen a la proliferación. Igualmente, la falta de conciencia de los pobladores de dichas zonas, quienes en la mayoría de casos no dimensionan la importancia de acudir a los hospitales y prefieren tratar el brote con pomadas y medicinas caseras. No obstante, los servicios médicos también se quedan cortos para tratar el brote, sobre todo en los casos de los niños, pues el Glucantime, medicamento formulado generalmente en Colombia para la leishmaniasis, además de su tratamiento ser traumático y doloroso, produce todo tipo de reacciones adversas, y en algunos casos no funciona.

Y es que, en Colombia, realmente el Ministerio de Salud se ha quedado corto para abordar esta enfermedad, sobre todo en los niños, pues en parte se ha creído que la leishmaniasis únicamente afecta a las personas adultas que están en zonas selváticas como los guerrilleros. Lo cierto es que tan solo en Chaparral, en 2016 se reportaron más de 500 casos, de los que el 40 por ciento afectó a menores de edad.

Si bien el Gobierno departamental ya ha iniciado un plan de acción en aquellos municipios, y que incluye fumigaciones, entrega de toldos, entre otros, resulta sumamente necesario elevar una alerta nacional, para que ad portas del posconflicto, una de las prioridades sea aquella de tratar con eficacia la leishmaniasis, llamada por algunos como la “enfermedad de la guerra”.

Una muestra real de que el conflicto acabó, y de que la paz también incluye garantizar la salud de quienes estuvieron en medio de la guerra, es que se busque remedio al brote, y que se evalúe nuevamente la distribución del Miltefosine, otro de los medicamentos formulados para la leishmaniasis, menos contraproducente, más fácil de aplicar pero que tiene vencida la resolución Invima.

REDACCIÓN EDITORIAL

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