Malos vecinos

Si bien lo ocurrido pudiera catalogarse por algunos como un hecho aislado, Venezuela desde tiempos inmemorables ha hecho uso de la incursión de militares en zonas fronterizas con el fin de generar incertidumbre.

Mientras Venezuela pasa por la crisis socio-política más grave a lo largo de su historia reciente, se conoció esta semana un acto de provocación por parte de 60 militares de ese país, quienes atravesaron el río Arauca para instalar un campamento suyo en territorio colombiano. Lo ocurrido generó preocupación entre los habitantes del sector de la vereda Los Pájaros en Arauquita, quienes se percataron que en la finca de uno de los residentes de la zona, fue izada con honores una bandera venezolana, luego de que los soldados bolivarianos sacaran a su dueño del lugar.

Ante lo sucedido, las denuncias llegaron rápidamente a la Casa de Nariño en donde la canciller colombiana y el Ministro de Defensa se apersonaron de la situación. No obstante, se supo que el mismo presidente Santos realizó varias llamadas a organismos internacionales como Unasur, y a distintos países con el fin de alertar una clara violación a la soberanía colombiana por parte de Venezuela. Al mismo tiempo, Santos llamó al presidente venezolano Nicolás Maduro y le solicitó el retiro inmediato de las tropas. Según fuentes, Maduro acató el llamado pero aprovechó la conversación para reclamarle por las posiciones que ha tenido Colombia en la OEA, respecto a la situación de Venezuela. No es para menos, pues el Tribunal Supremo de Venezuela, el día de ayer dejó sin facultades a la Asamblea Nacional, y si a alguien le quedaban dudas de que lo que se vive actualmente en ese país es el inicio de una dictadura, con ello puede despejarlas.

Si bien lo ocurrido pudiera catalogarse por algunos como un hecho aislado, Venezuela desde tiempos inmemorables ha hecho uso de la incursión de militares en zonas fronterizas con el fin de generar incertidumbre, provocar, y desviar la atención. Durante el prolongado gobierno de Hugo Chávez, fueron múltiples los desplazamientos y recorridos de agentes venezolanos por suelo y aire colombiano, lo cual incluso estuvo a punto de generar una guerra entre ambos países.

Haya sido una cortina de humo o una simple estrategia de Maduro para intimidar y reclamarle a Santos supuestamente por inmiscuirse en los asuntos internos de su país, Colombia tiene que estar firme ante cualquier provocación y amenaza, y rechazarla de plano como bien se hizo. Plausible que Colombia ayude en lo que más pueda a los venezolanos, sobre todo en cuestiones humanitarias, como solicitó recientemente Henrique Capriles, pero que aquello no termine afectando no solo las relaciones con el descabellado Maduro, sino el orden y la estabilidad de nuestras fronteras.

REDACCIÓN EDITORIAL

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