La poca credibilidad de las Farc

Desconocer y olvidar de la noche a la mañana las pescas milagrosas, las masacres y los encadenamientos a los secuestrados, resulta un tema muy difícil, y en nada podría compararse con el robo de la espada de Bolívar.

El proceso de paz entre Gobierno y Farc probablemente ya no tenga reversa, al menos eso esperamos. Pese a los obstáculos para reglamentar la Justicia Especial para la Paz, y los muchos reparos justificados de opositores y detractores, lo acordado ante los ojos de la ONU, Colombia y el mundo, difícilmente pueda romperse, aun con los incumplimientos del Estado, la tibieza para garantizar lo firmado, la disidencia que sigue haciendo estragos y el altísimo abandono de miembros de las Farc de los campos de reincorporación.

No obstante y aunque en el limbo jurídico se encuentre la participación política de los excombatientes, reviste de gran importancia sacar adelante lo pactado y llegar a consensos, pues según lo informado por el representante de la ONU en Colombia, el 55% de los ex guerrilleros ha abandonado las zonas de reincorporación por falta de confianza en el proceso y la embolatada representación de sus líderes en la política.

Hoy y luego de las declaraciones de Timochenko en Caracol Radio, y del encuentro con el presidente Santos para revisar lo alegado por los miembros de las Farc, tal y como han sido las apariciones públicas y movimientos de sus representantes como nuevos actores políticos, aquello ha generado malestar y rechazo por parte de la ciudadanía, y lejos está por ejemplo del afecto despertado en los colombianos por el extinto M-19 luego de entregar sus armas.

Desde el inicio de sus actividades rebeldes, las Farc eligieron el camino del terror y de los delitos que Colombia ya había padecido a manos de Pablo Escobar y el grupo de los extraditables, y aquello es una huella casi indeleble que por más que se anhele y espere un camino de reconciliación y paz, difícilmente se puede obviar.

Desconocer y olvidar de la noche a la mañana las pescas milagrosas, las masacres y los encadenamientos a los secuestrados, resulta un tema muy difícil, y en nada podría compararse con el robo de la espada de Bolívar, o los asaltos ideológicos e incursiones netamente políticas del M19. Obviamente aquello sin desconocer el asalto al Palacio de Justicia, entre otros delitos mucho menores a los de las Farc.

La prueba fehaciente de la falta de credibilidad de las Farc, es que hoy en día pocos han salido a manifestarles simpatía o apoyo, y muy seguramente así sea cuando lleguen a la política; a diferencia de los muchos escaños sacados por el M19 en las elecciones siguientes a su desmovilización, lo cual incluyó su participación en una nueva Constitución.

No obstante, y aunque ni Timochenko se parezca a Pizarro, ni Iván Márquez a Bernardo Jaramillo, no se puede desligar Juan Manuel Santos de su compromiso con el éxito del proceso, así como tampoco la clase política, y eso incluye a los senadores, quienes absurda e inexplicablemente dejaron por fuera de la JEP a defensores de derechos humanos que pensaban fungir como magistrados, por un supuesto sesgo ideológico, y nada que aprueban o desaprueban lo que el mismo Santos prometió conseguir.

REDACCIÓN EDITORIAL

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