¡Que vivan nuestras mujeres!

En nuestro país hay mujeres sumamente valiosas y brillantes, en todos los campos y ámbitos profesionales, y por cuestión de machismos estúpidos, muchos se han privado de darles el lugar que les corresponde.

La historia de las colombianas en el Top 3 de Miss Universo no es nueva. Los últimos años, la cita más importante de la belleza en el mundo ha tenido presencia de nuestra representante del momento, siendo nuestras mujeres destacadas no solo por su físico, sino también por su inteligencia, su carisma y su gran simpatía.

Pese a que pareciera que el concurso ha tomado un rumbo ligeramente politizado luego de la salida del hoy presidente Trump de la organización del mismo, este continúa siendo un evento masificado y ampliamente seguido en el mundo, y se convierte en una buena oportunidad para nosotros mostrar la mejor cara de nuestro país, representado en lo escultural de la belleza femenina colombiana.

En 1992 con Paola Turbay, en 1993 con Paula Andrea Betancourt, en 1994 con Carolina Gómez, en 2008 con Taliana Vargas, y en 2015 con Ariadna Gutiérrez, el encanto de nuestras mujeres logró el importante virreinato universal, que, aunque con el sinsabor de no haber ganado, le ha permitido abrirle camino a las nuevas generaciones de señoritas, tal y como ocurrió en 2014, cuando finalmente Paulina Vega se convirtió en la segunda Miss Universo colombiana en la historia, siendo Luz Marina Zuluaga, en 1958, la primera. Aquello, además de ser un premio para los preparadores colombianos y la organización de Raimundo Angulo, se convierte en un bonito homenaje a la mujer colombiana, apetecida y preferida adonde quiera que vaya.

Además de las colombianas, las brasileras, las chilenas, las mexicanas, las puertorriqueñas, y, en especial, las venezolanas, ganadoras en más ocasiones, han adornado con su belleza el concurso, ganado por encima de europeas y asiáticas. Esto, además de enorgullecer al latino residente en otras latitudes, reconfirma ante los ojos del mundo que nuestras mujeres gozan de total admiración y encanto, y eso es algo por lo que podemos sentirnos orgullosos.

Algún aguafiestas podría decir que la cosificación que se hace de la mujer en Miss Universo no es más que superficialidad y erotismo disfrazado, a lo que podríamos responderle con los procesos humanitarios y sociales que tiene a su cargo la mujer elegida año tras año, especialmente a través de organizaciones como Unicef y la ONU, que velan por los seres más desfavorecidos del planeta.

Bien por Laura González, nuestra virreina 2017, de quien muchos pesimistas no esperaban mucho. El gran reto frente a este tipo de manifestaciones de la industria cultural y la crítica destructiva de muchos es tener más que claro que las mujeres, además de participar en Miss Colombia, Miss Universo y cuanto reinado salga, también pueden ser vistas y elegirlas para otro tipo de cuestiones, como las políticas, las laborales y las sociales, etc. En nuestro país hay mujeres sumamente valiosas y brillantes, en todos los campos y ámbitos profesionales, y por cuestión de machismos estúpidos, muchos se han privado de darles el lugar que les corresponde.

REDACCIÓN EDITORIAL

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