Villa-abandonada

Sin embargo, aquello pareciera, entrar por un oído y salir por el otro. Nada pasa, y pareciera que aquel pueblito de gente humilde, no tuviera dolientes, o no hiciera parte del mapa del Tolima.

La situación en Villarrica sigue siendo preocupante. Pese a los llamados de alerta, a las inundaciones y barrizales formados por cuenta de las lluvias, y el peligro inminente de desbordamiento de las quebradas, nada se ha hecho para darle solución a un problema que fue visibilizado hace más de 10 años.

La llamada falla geológica que atraviesa el municipio tiene en constante riesgo a unas seis mil personas, que temen que el pueblo de un momento a otro desaparezca entre las grietas y los escombros, mientras la incertidumbre jurídica y la falta de voluntades son los protagonistas.

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A las nefastas consecuencias de haber sido escenario del conflicto en la década de los 90, y la pobreza y la desolación que han acompañado a ese pueblo históricamente, se suma el abandono en un tema tan importante, como es la prevención de una tragedia, que, con el antecedente de la desaparición de Armero, hace rato debiera haber encendido las alarmas no solo a nivel regional, sino nacional.

Por estos días, una gran crisis social viven miles de habitantes de dicho municipio, que en principio fuera elegido como lugar de reintegración y zona veredal de la desarmada guerrilla de las Farc, y que, ante la falta de oportunidades, la pobreza y el olvido de todo un departamento, ni siquiera para ello, pudo servir Villarrica, que de villa rica nada tiene.

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Especialmente las quebradas Botadero y el sector del Relincho en la entrada del pueblo, representan el mayor peligro, y es allí donde quienes viven alrededor, que son unas 80 familias, se enfrentan a diario con la incertidumbre de amanecer enterrados algún día, y como si fuera poco ese sufrimiento, también tienen que vivir con la inclemente pobreza, que muchas veces no les permite desayunar, almorzar o comer.

Según el alcalde, Arley Beltrán, el Servicio Geológico Colombiano hizo unos estudios y confirmó lo que ya muchos sabemos: urge una reubicación de algunas familias por cuenta de un “alto riesgo por movimiento de masa”. Sin embargo, aquello pareciera, entrar por un oído y salir por el otro. Nada pasa, y pareciera que aquel pueblito de gente humilde, no tuviera dolientes, o no hiciera parte del mapa del Tolima.

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Hoy, al igual que la semana pasada y que meses anteriores, queremos volver a lanzar un SOS por Villarrica. Un llamado al Gobierno departamental, en cabeza de Óscar Barreto, al Gobierno nacional, a los congresistas tolimenses, salientes y debutantes, y a las entidades del orden nacional que tienen la responsabilidad de velar por la vida de quienes allí se encuentran, para que contribuyan en la búsqueda de la solución a ese gran número de personas, mujeres y niños vulnerables.

Es más que necesario dimensionar lo que puede pasar, así como la solución, si los que saben del tema dicen que hay que reubicar, no hay que buscar más remedios. En principio son 80 familias las que están en mayor riesgo, y ni siquiera con ellos, se ha empezado a trabajar para prevenir lo peor. ¡Que no nos vuelva a pasar lo de Armero!

REDACCIÓN EDITORIAL

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