¡Qué viva la teta!

De igual forma, en zonas como la Guajira y Quibdó, departamentos sumidos en la pobreza, es más que necesario implementar programas para combatir la desnutrición infantil, así como también la falta de alimentación en madres que, aún aguantando hambre, tienen que alimentar a sus pequeños con lo poco que tienen en su organismo.

A un montón de cifras preocupantes en Colombia, se sumó recientemente una que pareciera difícil de entender: solo un 36% de los bebés menores de seis meses, recibe leche materna en el país. Así lo reveló recientemente el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia-Unicef, en el marco de la celebración del Día de la madre, cosa que resulta preocupante y alarmante, y debería comprometer al Gobierno nacional, a emprender campañas con el fin de aumentar dicho número.

Según la Organización Mundial de la Salud, la leche materna en los primeros meses de vida, se convierte en el alimento exclusivo y por excelencia de los pequeños, y algunas de las razones principales para que la misma sea reemplazada por suplementos, leche de tarro, o en el peor de los casos, ni siquiera con eso, por falta de recursos; tiene que ver con “la falta de tiempo” de las madres lactantes o vanidad, y el rechazo de algunos desadaptados a que la mujer alimente a su hijo en cualquier lugar, pues a propósito de ello, hace un par de años, empezó a crecer la cavernaria idea, de que lactar a un bebé en público era considerado como algo bochornoso y que no debería hacerse en la calle.

No haría falta exponer las razones para considerar importante la forma en que los pequeños se nutren a través de la leche de su progenitora, y garantizan un crecimiento y desarrollo saludable en los primeros meses de vida, y aún hasta cumplir el primer año de vida. Aquí lo que habría que reafirmar e insistir es en el compromiso que debieran adquirir los gobiernos, la sociedad civil, y el sector privado, en garantizar que ningún niño se quede sin consumirla.

Para ello es necesario claridad y efectividad en políticas que permitan una flexibilidad en los tiempos de alimentación a los bebés, y esto tiene que ir más allá en las licencias de maternidad¸ pero principalmente en la financiación y generación de mayores programas de concientización sobre dicho tema.

De igual forma, en zonas como la Guajira y Quibdó, departamentos sumidos en la pobreza, es más que necesario implementar programas para combatir la desnutrición infantil, así como también la falta de alimentación en madres que, aún aguantando hambre, tienen que alimentar a sus pequeños con lo poco que tienen en su organismo.

De manera que el compromiso debe ir más allá de una cifra, y principalmente en una lucha social y cultural, que resulta indispensable para el óptimo crecimiento de los más pequeños. Faltaba más que alimentar un bebé en público fuera visto como una grosería, o algo de lo cual avergonzarse, en un mundo que cada día pareciera ir más que al revés. Que viva la lactancia, y la libertad para que un bebé goce del infinito amor de su madre.

Por cierto, lamentable y repudiable el caso de la mujer que abandonó a su bebé muerto de ocho meses en el barrio Hacienda Villa Luz de Ibagué. ¡Enferma sociedad!

REDACCIÓN EDITORIAL

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