¿Una nueva era?

Asimismo, la lucha frontal contra el narcotráfico y la drogadicción, el proceso de paz con el Eln, y el posconflicto con las Farc, suponen grandes responsabilidades para Duque.

Hoy terminan ocho años del gobierno de Juan Manuel Santos. Aquella travesía que inició en 2010 de la mano de Álvaro Uribe como su mentor e impulsor, acaba luego de éxitos y fracasos, que dejaron como resultado, entre muchas otras cosas, el fin de la guerra con las Farc.

Por otro lado, inicia la era del gobierno de Iván Duque, un joven, pero aventajado alumno también de Uribe, y quien tendrá inmensos retos como nuevo Presidente de los colombianos, además de tratar de gobernar sin que su jefe político lo maneje. Curiosamente también de la mano de Álvaro Uribe, Duque llega a la Casa de Nariño como el mandatario más joven en toda la historia.

Por el bien del país, hoy solo queda desearle buenas cosas al nuevo gobierno. Confiar en las capacidades de todos y cada uno de los ministros y funcionarios que nombre Duque, mujeres y hombres jóvenes, y aparentemente capaces, que tendrán la responsabilidad de superar a sus antecesores, aquellos que tanto criticaron los uribistas.

Por estos días algunos pocos lamentan la partida de Santos, no tanto por lo que representara el hoy saliente Presidente, quien se va con un bajo margen de favorabilidad, sino por lo que suponen y piensan será el regreso del uribismo al poder, cuestionados en los últimos años, por su férrea oposición a los acuerdos de paz, y por cuenta de las investigaciones en la Corte al expresidente.

Si bien Santos, Duque y Uribe, provienen del mismo grupo político, las diferencias surgidas tan pronto Santos asumiera la presidencia, generaron un ambiente de tensión y polarización que hasta el día de hoy se mantiene.

La principal tarea para el nuevo gobierno será reactivar el país en materia de economía, pues bien es sabido que nos entregan sobre endeudados y con los crecimientos más diminutos de los últimos tiempos. Asimismo, la lucha frontal contra el narcotráfico y la drogadicción, el proceso de paz con el Eln, y el posconflicto con las Farc, suponen grandes responsabilidades para Duque.

Uno de los puntos a favor de Duque, es que, a diferencia de Santos, el nuevo Presidente no proviene de una familia poderosa y adinerada, alejada de los problemas del colombiano común, sino que se ha hecho a pulso en una familia promedio, cosa que puede permitirle comprender un poquito más las necesidades del colombiano de a pie.

REDACCIÓN EDITORIAL

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