Indiferencia grita

Frente a ello, extraña el silencio de la clase política del departamento. Por un lado, el gobernador Barreto, más allá del cierre por parte de la Secretaría de Salud, no se ha manifestado con claridad frente a dicha problemática, y por el otro, el alcalde Jaramillo, siendo médico, tampoco ha dado una voz de aliento, a sus colegas de profesión.

La crisis de la salud en Colombia ha tocado fondo. Las deudas de las EPS han acabado con los recursos de los hospitales, y en el caso del Tolima, el tema ha sido devastador. El cierre de la clínica Minerva, la delicada situación del Federico Lleras Acosta, y ahora el sellamiento de la Clínica de la 60, antigua Saludcoop, se convierten en un golpe certero a la salud de los tolimenses, quienes parecieran inmóviles ante tan compleja situación.

Sin embargo, y a diferencia de lo que ha ocurrido con el tema de los escenarios deportivos recientemente, como en su momento pasó con la Universidad del Tolima, (exceptuando a los violentos encapuchados de siempre), y como ocurrió la semana anterior con el cierre de una de las sedes de Mercacentro, la sociedad ibaguereña ha sido indiferente con el tema de la salud, y especialmente con los trabajadores de la Clínica Esimed, que fue cerrada hace más de tres meses por el Gobierno departamental, ante las fallas en los servicios sanitarios y de infraestructura afectando a unos 255 mil afiliados a la EPS Medimás en el departamento.

En total, son 385 profesionales los que laboran en dicho centro médico, ubicado en plena milla de oro de la capital del Tolima, entre esos más de 80 especialistas, quienes desde la fecha en que se efectuó el cierre, venían ingresando a la clínica a firmar la minuta, con el fin de “cumplir” con sus obligaciones pese al sellamiento, y que esta semana, tuvieron que instalarse a las afueras de la clínica, por cuenta de que la empresa que prestaba el servicio de vigilancia, también se quedó sin licencia para operar y el cierre total de las instalaciones fue inminente.

A hoy, es común que, a la entrada de tan imponente edificación, cerca a Panamericana, Multicentro, Acqua, y en pleno sector de desarrollo ibaguereño, se vean hombres y mujeres de bata blanca, haciendo comitiva, con carpas, durmiendo bajo la lluvia, y exigiendo la apertura de la clínica, y lo que es más grave, aún, solicitando el pago de los salarios de los meses que dejaron de percibir, por cuenta de la mencionada crisis.

Frente a ello, extraña el silencio de la clase política del departamento. Por un lado, el gobernador Barreto, más allá del cierre por parte de la Secretaría de Salud, no se ha manifestado con claridad frente a dicha problemática, y por el otro, el alcalde Jaramillo, siendo médico, tampoco ha dado una voz de aliento, a sus colegas de profesión.

Hoy el menaje debe ser claro. La salud es un derecho fundamental, como lo es el derecho al trabajo, y ambos se están violando con el cierre y la crisis que atraviesa la Clínica Esimed, y lo que es peor, normalizamos ese tipo de situaciones, porque no nos toca a nosotros, o a un familiar nuestro, y la indiferencia no puede ser el camino. Nuestra solidaridad.

REDACCIÓN EDITORIAL

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