Los incurables males del Hospital Federico Lleras

El Federico Lleras es el hospital de todos los tolimenses. Requiere toda la atención posible de los gobernantes. Gobierno nacional, parlamentarios, Gobernador y Asamblea deben estar unidos frente a ese propósito. Finalmente, se trata de la salud de miles de personas que acuden a sus servicios.

Una situación caótica se vivió hace pocos días en la Central de Urgencias del Hospital Federico Lleras de Ibagué por cuenta del gran número de pacientes que llegaron hasta allí buscando algún alivio a sus males.

Colchonetas, cobijas y cartones en el piso se convirtieron en elementos de “lujo” para quienes buscaban un rincón a fin de soportar las tediosas horas de espera en la búsqueda de atención.

Niños y adultos mayores, todos revueltos, debieron soportar el mal ambiente; al lado de pacientes psiquiátricos y otros portadores de enfermedades como tuberculosis, VIH y lupus, entre otras. Las 45 camas con las que cuenta esa Central de Urgencias fueron insuficientes ante la avalancha de pacientes.

El principal argumento por el colapso fue el cierre en julio del año pasado, de la clínica Esimed que recibía decenas de pacientes de municipios tolimenses. Lo curioso es que, pasados ocho meses de ese cierre, apenas las directivas del Fedelleras y las autoridades de la salud se percataron que un colapso de esa magnitud podría pasar y no tomaron medidas de contingencia.

A comienzos de septiembre de 2014 el Gobierno Nacional, a través de la Superintendencia de Salud, anunció la intervención forzosa administrativa del Hospital Federico Lleras Acosta; es decir, asumió el control total, argumentando, según el comunicado de ese momento que la medida “tiene como fin superar los hallazgos contenidos en diferentes informes que muestran el creciente nivel de quejas en términos de atención de urgencias vitales y las dificultades presupuestales y financieras que agobian a la entidad”. Seguramente, quienes tuvieron que sentir el rigor de la larga espera, pensarán que la atención de urgencias vitales no ha cambiado en más de cuatro años de intervención.

La toma del Federico Lleras Acosta por parte del Estado colombiano en 2014, era el epílogo de una larga seguidilla de malas administraciones de gerentes cuestionados muy poco pulcros en el manejo de los recursos destinados a la salud de los menos favorecidos. Además, no fue secreto, que muchos convirtieron a ese centro asistencial en el fortín de la más descarada politiquería regional. Sumado a ello, ahondó la crisis la multimillonaria deuda de EPS; una cartera casi irrecuperable.

A comienzos del presente año, la Gerente interventora del Fedelleras informó que la Institución gozaba de mejor salud, tras varios años de control administrativo y financiero. Incluso, aseguró que la facturación mensual ascendía a los 11 mil millones de pesos y los gastos a ocho mil quinientos millones de pesos. También, reconoció que la cartera es altísima, pues supera los 140 mil millones; mucha de ella, en alto riesgo de recuperación.

El ministro de salud, Juan Pablo Uribe dijo en el Taller presidencial de Fresno en enero de este año, que su cartera ya había destinado 48 mil millones de pesos para bajar los pasivos del hospital y se comprometió a buscar más a través de regalías. ¿Ya giró el Gobierno nacional esa plata?

El Hospital Federico Lleras es el hospital de todos los tolimenses. Requiere toda la atención posible de los gobernantes. Gobierno nacional, parlamentarios, Gobernador y Asamblea deben estar unidos frente a ese propósito. Finalmente, se trata de la salud de miles de personas que acuden a sus servicios. El colapso de la Central de Urgencias es doloroso, desesperanzador, denigrante y una vergüenza pública.

REDACCIÓN EDITORIAL

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