Hace 36 años, Acques Anquetil, un ciclista francés dijo una frase, al término de una competencia del Tour, que con el paso de los años se convirtió en una predicción. La cita, que apareció en un diario francés, decía: “Si los ciclistas colombianos vuelven, serán terribles”.
Anquetil no se equivocó. Décadas después, en generaciones distintas, los “escarabajos” colombianos se convirtieron en permanentes animadores de todas las ediciones de las carreras más importantes del calendario mundial. El Tour, el Giro, la vuelta España y otras pruebas, igualmente, exigentes conocieron a los siempre combativos corredores colombianos.
Nacidos en Boyacá, Cundinamarca y Antioquia, principalmente, lograron gestas que parecían inalcanzables, frente al poderío de los europeos; hombres de mejor contextura física, más dotados físicamente y con rigurosos entrenamientos desde niños para ser campeones. Por el contrario, casi todos nuestros ciclistas ‘criollos’ criados con ‘aguadepanela, en el seno de familias humildes. Esa ha sido la constante.
En el corazón y en la mente de los colombianos están grabadas, con letras doradas, las imágenes de los triunfos de “Cochise” Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra, Álvaro Mejía, Santiago Botero, Oliverio Rincón y más recientemente Nairo Quintana, Esteban Chávez, Fernando Gaviria, Rigoberto Urán y muchos otros, hoy en las filas de los grandes equipos del mundo.
Hoy, si nada extraordinario sucede, Egan Bernal, de tan sólo 22 años de edad, logrará el primer título para Colombia del Tour de Francia. Ayer cuando lloró de alegría, al ponerse la camiseta amarilla, supimos que esas eran las lágrimas de millones de colombianos buenos que tanto nos enorgullece haber nacido en esta tierra.
La tierra de los campeones mundiales de ciclismo.
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