La fuerza laboral venezolana en Ibagué

¿Están cumpliendo los empleadores ibaguereños con todos los requisitos laborales que exige la legislación colombiana en lo relacionado con salarios justos, afiliación al sistema de salud, primas, cesantías, entre otros? o ¿se está explotando a la fuerza laboral venezolana?

Ibagué es tan buen vividero, que muchos venezolanos decidieron establecerse aquí. Esta frase se escucha con mucha insistencia entre la gente en las calles de la Capital Musical de Colombia. Aún más, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística Dane, esta es la tercera ciudad con mayor tasa de ocupación de venezolanos.

Según el organismo estatal, Ibagué apenas es superada por Pereira y Pasto en la estadística revelada en un informe sobre la situación laboral de los migrantes venezolanos en el último año; es decir, entre agosto 2018 y julio 2019, en Colombia. De los 3.805 venezolanos que según Migración Colombia viven en Ibagué, tiene trabajo el 67.2%. En su gran mayoría están contratados por el comercio, los hoteles y los restaurantes.

¿Están cumpliendo los empleadores ibaguereños con todos los requisitos laborales que exige la legislación colombiana en lo relacionado con salarios justos, afiliación al sistema de salud, primas, cesantías, entre otros? o ¿se está explotando a la fuerza laboral venezolana?

En ese sentido, la encuesta del Dane es muy reveladora: Mientras un connacional gana 765 mil pesos como salario mínimo mensual, un venezolano recibe en un mes 455 mil pesos. Es decir, los recién llegados están en la informalidad y muy seguramente no tienen vínculos con el Sistema de Seguridad Social. Tema que resulta lamentable, pues muchos de ellos tienen pareja e hijos.

Además, la mayoría de venezolanos que han llegado a Ibagué y a otras ciudades de Colombia no tienen formación universitaria. Ellos mismos reconocen que papá Estado les proporcionaba todo y que por eso no se preocuparon por estudiar. Tampoco estaban preparados para trabajar, así era el modelo que colapsó. Tal vez, por esa razón la mano de obra de la migración venezolana es barata y ante la necesidad, aceptan “hacer lo que sea”.

Algún sector podría pensar que los venezolanos le están quitando oportunidades a los habitantes de Ibagué en una ciudad con altos niveles de informalidad y desempleo. Sin embargo, no podemos albergar el más pequeño asomo de cualquier práctica xenófoba. Están aquí y hoy compiten por oportunidades y mientras lo hagan con respeto, decencia y diligencia, son bienvenidos.

No podemos llamarnos a engaños, una cosa es la solidaridad y otra muy diferente el abuso personal y laboral. Las reglas de juego deben ser las mismas para todos. Sería interesante que Alicia Arango Olmos, ministra de Trabajo de Colombia, profundice esta coyuntura en el país y de ser el caso tome cartas en el asunto.

REDACCIÓN EDITORIAL

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