La virtualidad ha enseñado nuevas formas de vivir y producir, que deben mantenerse

Una vez superada la pandemia, el mundo va a quedar en las puertas de una nueva era en todos los sentidos. Quedará en manos de los líderes establecer las nuevas formas de ser, de relacionarse y de producir, todo al ritmo veloz de la tecnología.

La pandemia que vivimos ha producido innumerables cambios en el mundo, ha impactado culturas, religiones, ideologías, incluso formas de comunicación y sistemas de producción, uno de los intocables paradigmas de las últimas generaciones. Prácticamente toda actividad humana, individual y colectiva, ha sido afectada desde que la amenazante mortalidad del virus hizo que todos los países, cada uno a su turno y decenas simultáneamente, se confinaran y cesaran toda actividad que requiriera movilizarse o reunirse.

En este punto, el mundo se vio abocado, sin preparación alguna, a desarrollar formas de mantenerse económicamente activos. Algunos no pudieron hacerlo debido a la naturaleza de sus negocios, y otros, la inmensa mayoría, tuvieron que recurrir a la virtualidad para sortear las dificultades que se presentaron. De esta manera, por obligación y sin preparación, empresas de todo tipo de servicios y algunas de productos, comenzaron un proceso azaroso de ‘home office’ o trabajo desde casa, que los ha traído, luego de varios meses, a un progreso indudable en muchos campos de la tecnología. Visto de otra manera, no solo en los países menos desarrollados, sino en muchos campos de los más avanzados, la idea del trabajo remoto, a pesar de los inmensos avances en el campo de las nuevas tecnologías, no había avanzado lo esperable y todo esto se precipitó con la emergencia que creó el coronavirus en el planeta.

Es positivo, entonces, que tal proceso se haya dado y lo importante ahora es que las empresas y toda clase de entidades e instituciones que han aprendido a trabajar en condiciones remotas, no dejen de lado la experiencia ganada, una vez que el virus sea dominado y la humanidad regrese a la normalidad, como la conocimos hasta el año pasado. Desatender el proceso que está viviéndose, tanto en lo tecnológico, como en el cambio de paradigmas en los procesos productivos, sería un desperdicio y un retroceso imperdonables.

El trabajo remoto, en las áreas en que sea posible mantenerlo, debe, a la larga, mejorar la calidad de vida de las familias y las empresas, reduce la circulación de personas y vehículos por las ciudades, baja muchos costos, hace más productivo el tiempo y más agradable el ocio, etc. Una vez superada la pandemia, el mundo va a quedar en las puertas de una nueva era en todos los sentidos. Quedará en manos de los líderes establecer las nuevas formas de ser, de relacionarse y de producir, todo al ritmo veloz de la tecnología.

EL NUEVO DÍA

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