A merced de la naturaleza

Las fuertes lluvias que se registraron el pasado jueves en la parte alta del cañón del Combeima activaron las alarmas, obligaron a efectuar una evacuación preventiva, dejaron sin fluido eléctrico algunos sectores del cañón y afectaron la captación de agua de la bocatoma más importante de la ciudad.

En esta ocasión, las vías no se obstruyeron por deslizamientos o remoción de escombros como ha sucedido en otras temporadas lluviosas, aunque fue necesario revisar las bases de los puentes sobre la quebrada Las Perlas y en Puerto Perú, para detectar posibles daños.

Es en estos momentos que se hace patente la fragilidad del ecosistema del cañón y la vulnerabilidad de la principal fuente de agua potable para Ibagué. La bocatoma del Combeima debió ser cerrada por causa de la alta turbiedad de las aguas y la ciudad se quedó sin suministro del servicio por varias horas.

Fue afortunado que funcionaran las alarmas y que los habitantes acataran la orden de evacuación preventiva. Este es un factor que demuestra que las actividades de capacitación en prevención, los planes de contingencia y la información sobre el riesgo han de ser actualizados y socializados en forma permanente, para que los habitantes sepan cómo actuar ante las emergencias. Así mismo, se requiere que las vías, los puentes y los carreteables se mantengan en buenas condiciones.

Estamos hablando de un área estratégica para el desarrollo de la ciudad, con gran potencial turístico, comercial y agrícola, sin dejar de lado que es la más importante fuente de recursos hídricos.

La deforestación, la proliferación de negocios, viviendas e invasiones, la contaminación de las fuentes de agua y la ganadería sin control en las partes altas están afectando la reserva natural más importante de la ciudad. En suma, las desacertadas intervenciones del hombre aceleran el deterioro y pueden ocasionar desastres mayores.

Es un lugar que debe gozar de protección especial y vigilancia, por parte de las autoridades ambientales. Tiene que haber control sobre las construcciones en zonas de riesgo, el tratamiento de aguas residuales y la tala de bosques. La educación ambiental, además, ha de ser parte integral de los currículos de las instituciones educativas del cañón.

La ocurrencia de una catástrofe natural no se puede predecir, pero sí se pueden mitigar los daños que pueden provocar y ejecutar acciones para frenar el deterioro ambiental.

 

El NUEVO DÍA

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