Liberen a todos los secuestrados

Rechazamos enfáticamente que tanto la delincuencia como los grupos armados ilegales en negociaciones y supuesto cese al fuego sigan recurriendo al secuestro para satisfacer ciertos fines. Esa es una acción criminal, desde todo punto de vista repudiable

La liberación, el pasado jueves, de Luis Manuel Díaz, fue el final de una historia penosa, al menos en dos de los sentidos de ese término, pues no solo causó gran dolor en sus familiares, amigos más cercanos y seguidores de su hijo, Luis Díaz, sino que es penosa también porque enlodó el nombre de Colombia en buena parte del mundo, al mostrar que ese execrable y despiadado delito sigue cometiéndose en nuestro país, y, finalmente, porque se constituyó en la mayor burla que hasta ahora ha sufrido el complejo proceso de diálogo entre el Gobierno Nacional y el Eln.

Y así como hubo un sentimiento unánime de repudio hacia esa guerrilla por el acto aleve y cobarde de que fue víctima el padre del jugador del Liverpool, fue multitudinaria también la voz de quienes le mostraron al presidente Gustavo Petro la necesidad imperiosa de revisar cuanto antes su proyecto de ‘paz total’ que cada vez parece diluirse más entre las nebulosas de las contradicciones, incoherencias, traiciones y dilaciones en que han caído los diferentes grupos invitados a las mesas de conversación, unos por causa de sus inconsistencias, y otros en razón simplemente de sus conveniencias.

Pero, además de toda esta incertidumbre en que se debaten los distintos procesos de paz, con guerrillas, paramilitares o bandas criminales, lo que la Nación reclama es una verdadera acción de las Fuerzas Armadas, respaldadas por un gobierno que busque la terminación del conflicto a través del diálogo, sí, pero no dando espacio a favor del capricho de los violentos sino siendo representante de la mayoría de los colombianos, cansados de la guerra y el accionar delincuencial de los mismos.

Este secuestro ha causado un gran desgaste en el gobierno, por lo que el presidente Petro debe entender que está frente a una situación de caída de la confianza general sobre su proyecto de paz, que le ha hecho perder respaldo popular y ha debilitado significativamente su posición en esas mesas. Indudablemente es una alegría para todos que don Luis Manuel Díaz haya llegado sano y salvo a su hogar, pero rechazamos enfáticamente que tanto la delincuencia como los grupos armados ilegales en negociaciones y supuesto cese al fuego sigan recurriendo al secuestro para satisfacer ciertos fines. Esa es una acción criminal, desde todo punto de vista repudiable, por eso el país hoy exige al unísono que sean liberados todos los secuestrados.

EDITORIAL

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