La música tradicional colombiana de todos los rincones ha sido para el músico y compositor barranquillero Eduardo Cabas fuente de unión, ya que la ha tenido siempre no solo en su familia, sino también, en su grupo de amigos.

Él, uno de los homenajeados en el Festival Nacional de la Música Colombiana versión 2014, piensa que certámenes como este hacen que lo autóctono no muera, siempre que coexistan el liderazgo y el apoyo de las esferas pública y privada.

“Lo importante de la música colombiana de la montaña es que exista una organización que defienda y promueva ese ritmo. Si uno no logra hoy en día que eso trascienda más allá, al menos lo importante es que se mantenga”, opina.

Ha escrito más de 300 obras, en su mayoría bambucos y pasillos, aunque también han cabido en sus pergaminos algún bolero, porro, son o danzón, así como ‘Agua bendita’, una reciente inspiración en el río Combeima para propender por su cuidado.

Sobre su homenaje

“Que este año esté en Ibagué festejando con ustedes este banquete es de tremenda alegría, porque son 50 años de vivencias y deseos de estar en un lugar como este”, considera, y recuerda sus inicios como productor y director artístico de Silva y Villalba.

“Colaboraba para que ese dueto tan maravilloso -conformado por Rodrigo Silva y Álvaro Villalba- tuviera el lucimiento necesario con el fin de que entrara a reemplazar con dignidad al inolvidable Garzón y Collazos”, añora.

Y en su faceta de compositor, esos cientos de obras han tenido como fuente inagotable de inspiración el Caribe, en el romanticismo y en lo tropical; “compuse desde muy joven”, además de haber aprendido a tocar el tiple.

“Esta es una ciudad que me encanta”, puntualiza.

Y por último, en un pequeño salto de tema habla de los actuales diálogos de paz que “siempre hay posibilidad de hacer la paz entre los hermanos. Al Gobierno no le quedó fácil aceptar un diálogo, pero dijo ‘si lo quiere el pueblo, vamos a intentar’”.

Música para todos

Eduardo Cabas considera que “no hay música que no haya evolucionado, pero sin perder los valores fundamentales. La música de la Costa de los años 40 a la de ahora ha cambiado, pero sigue siendo tropical”.

Uno de los ejemplos, describe, es su hijo, Andrés Cabas: “Ha cogido porros, cumbias, mapalés y golpes negros, pero le pone unos nuevos sonidos y estrategias de comunicación, pero respetando los valores fundamentales”.

De este modo contextualiza que “hay que dar oportunidad a la juventud. El joven tiene que sacrificarse porque si no, no sale adelante, el que es muy bueno automáticamente impacta, para eso tiene que trasnocharse, estudiar y fracasar varias veces”.